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2014: deportistas rescatan la dignidad nacional

Además de sus triunfos inmensos, nuestros deportistas se convirtieron en ejemplo de vida, testimonio de virtud y referente de coraje para superar la adversidad.

 

Este fue el año de las glorias deportivas y así será recordado para siempre. En este 2014 la ilusión nacional, la esperanza y la confianza vinieron por cuenta del prodigioso James, estrella global, y del ‘Tigre’ Falcao, a pesar de sus dolencias, del profe Pékerman y todos sus muchachos de nuestra gloriosa Selección, del gran Nairo Quintana, que desde su infancia ha escalado hasta treparse a la cúspide del ciclismo global, junto con el alegre Rigo.

 

Fue también el año de nuestra fantástica Catherine Ibargüen, que cada vez que salta y sonríe nos arregla el día a todos, de Mariana Pajón, de los saltos épicos de Orlando Duque, de Jackeline Rentería, de nuestro campeón tolimense de boxeo supergallo, Óscar Escandón y de una talentosa y numerosa generación de nuevos deportistas que empiezan a devorar podios y trofeos.

 

Desde el deporte, nos recordaron que los colombianos podemos triunfar y que podemos coronar los sueños. Por eso, además de sus inmensos triunfos, nuestros deportistas se convirtieron en referentes colectivos y rescataron la dignidad nacional. En un país ávido de modelos por seguir, las historias personales de nuestras glorias deportivas son esperanzadores testimonios de vida, ejemplos de virtud y referente por seguir para nuestros jóvenes.

 

En los días de oro de la Selección, en pleno mundial, los colombianos nos sentíamos invencibles. El frenesí colectivo no tenía antecedentes. En horas de fútbol y reelección, todo cabía en las promesas presidenciales, la gloria futbolística borraba nuestras angustias, Colombia era una potencia mundial, nuestra economía brillaba y la paz estaba a la vuelta de la esquina. Hasta que nos tumbaron, porque sí fue gol de Yepes, y se inició la operación retorno a la realidad.

 

A la hora del corte de cuentas, en el balance agridulce del 2014 convive el mejor año deportivo con el mayor desprestigio institucional que registren series confiables de encuestas. Cerramos el año con dramáticos niveles de desfavorabilidad de la dirigencia política, de jueces y magistrados, del Congreso, del Presidente, de los ministros, de la policía y fuerzas del orden, de muchos gremios, en fin. Las excepciones son escasas. No está quedando títere con cabeza. Ojo.

 

Lo que nuestra gente ve mayoritariamente en las esferas del poder oficial produce indignación y hace más difícil la vida: privilegios, arbitrariedad, incoherencia, deshonestidad, corrupción; ascenso, no por mérito, sino por palanca; arrogancia, mentiras, promesas incumplidas, indiferencia, vanidad de los poderosos, desdén de los gobernantes y un abismo entre las absurdas formalidades burocráticas y la cruda realidad de los hogares.

 

En contraste, millones de colombianos del común se ven reflejados en las historias de nuestros grandes deportistas. Nacieron en hogares modestos, en medio de carencias y dificultades, y se han roto la espalda para progresar a punta de sacrificio, coraje y perseverancia. Cada milímetro de sus medallas ha sido ganado a pulso. Cada fragmento de su gloria es producto de su lucha. Y así, cada sueño conquistado por una familia colombiana es una proeza.

 

Por lo anterior, en este 2014 en el que Gabo entró a la inmortalidad, en el que se reeligió Juampa en medio de ‘mermelada’ en Colombia, goles en Brasil y catamaranes de paz en Cuba, en el que se activaron delicadas alarmas económicas, en el que constatamos la erosión de legitimidad de nuestras instituciones, y en el que la voluntad de paz del pueblo colombiano siguió encarando la perseverancia terrorista de las Farc, mis personajes 2014 son los deportistas colombianos.

 

Para ellos, toda la admiración, afecto y respeto. Gracias a quienes mostraron lo mejor de Colombia, nos llenaron de alegría y nos recordaron, a través del deporte, que todavía es posible construir el país con el que hemos soñado.