“Con esos amigos, para qué enemigos”, reza un dicho popular que ha sido la mayor cruz para el uribismo. Muchas fueron las sonrisas y los abrazos en medio de largas jornadas de trabajo por el país, muchas las reuniones en que se juró seguir sacando a Colombia de las manos del terror y las garras del narcotráfico. Cada uno de esos momentos se perdió. Puede sonar a cuento viejo y a llanto sobre leche derramada, pero es que si no contamos una y otra la historia de este gran error, estaremos condenados a no superarlo y a repetirlo una vez más.
Si bien tenemos la gran coincidencia de querer el bienestar y el progreso de un país, creo que hay un abismo entre la concepción que existe entre la corriente “santista” (si es que existe como tal) y el Centro Democrático.
Colombia no puede seguir jugando a dejarse llevar por los deseos de un presidente como Santos, que la dirige de acuerdo a cálculos políticos y necesidades electorales. Los colombianos no podemos seguir esperanzándonos en que va a cambiar su doble carácter y esa falsa diplomacia con que acoge y deshecha personas según su acomodo. Si pudo tirar a la basura la amistad y confianza de su mentor político para correr a despejar la dignidad nacional y entregársela en La Habana a los mayores enemigos de nuestra sociedad, ¿qué no es capaz de hacer solo para mantener su poder y anclarse 4 años a una silla que no puede llenarla ni con todo su gabinete junto? Incluso las mismas Farc deberían desconfiar de tanto apoyo de Santos. Al final los traicionará, claro, después de que reciba hipotéticamente su soñado Nobel de Paz.
Es una lástima para un líder en ejercicio que luego de completar un periodo completo de gobierno aún la opinión pública no perciba como reales las bondades de las que se habla en discursos adornados de lugares comunes. El 23% (o de pronto menos) que piensa votar por la reelección es tan insuficiente como lánguido, si hipotéticamente cada maravilla fuera cierta.
Y hoy en día quiere hacerse pasar como amigo de los bogotanos y quedar bien con Dios y con el diablo a la hora de asumir responsabilidades por el caos institucional que se ha generado en la capital. No, presidente Santos, ¡así no es la cosa! En la capital se manifestó un amplio sentimiento de cambio en las elecciones legislativas pasadas. No creemos que su doble faz sea casualidad y que de verdad se preocupe por la ciudad.
¿Creen ustedes que está bien que primero hable mal de Petro, lo destituya, luego lo restituya, después se reúnan y termine ahora echándole flores y alegrándose porque sea Alcalde nuevamente luego de haberle dicho que no estaba capacitado para serlo? ¿Creen que tiene interés en arriesgarse a hacer una reforma a la justicia cuando también traicionó a los congresistas que le impulsaron la anterior?
Amigo es el ratón del queso y ¡se lo come! No permitamos que nos sigan masticando solo para almacenarnos y desecharnos. Las elecciones presidenciales vienen y tenemos la oportunidad de castigar la deslealtad.
Por si acaso: Un pequeño homenaje ahora que lo permite el agitado el fervor nacional; no ha parado de llover en muchas regiones del país, y tal vez es ese llanto nacional que se condensó en las nubes por la muerte de Gabriel García Márquez. Ahora saldrá ese arcoíris que esparcirá la inmortalidad de sus letras y nos llenará de color la vida después de la muerte. Eternamente gracias, Gabo. Te estamos celebrando en el Festival vallenato, que trae en su música la magia de un mundo creado desde la nostalgia macondiana.
@Tatacabello
FUENTE: El Heraldo