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Cinismo

Las Farc han demostrado que son las maestras del cinismo. En efecto, mienten desvergonzadamente sobre sus crímenes y, encima, salen a decir que hay que tomar medidas para evitarlos, usando su impudencia como estrategia para presionar a un gobierno doblegado, con el objeto obtener ganancias inaceptables en la negociación; o, para tratar de lavar su imagen delictiva, convenciendo a los incautos, como si fuese posible la palingenesia de ese grupo. Ejemplos, a montones:

 

Dicen ser luchadores populares que ejercen el derecho a la rebelión, cuando de hecho, sus principales víctimas son gentes humildes sobre quienes han cometido todo tipo de atrocidades durante decenas de años, con los que se lucran inmensas ganancias –como que son uno de los principales conglomerados económicos del país, si no el mayor- producto del narcotráfico, la minería ilegal, el tráfico de personas, la extorsión y el secuestro. Todo, alzándose en armas contra un Estado democrático que generosamente les ha ofrecido, al menos cuatro ocasiones, desde el Frente Nacional, la posibilidad de llegar a un acuerdo de paz.

 

Tienen miles de niños de ambos sexos en sus filas y continúan reclutándolos, mientras “acuerdan” en La Habana su desvinculación de las filas, a la vez que dicen que apenas tienen una docena de menores “bajo su protección”.

 

Firman un entendimiento, no para retirar los centenares de miles de minas antipersona que han sembrado a lo largo y ancho del país, sino para indicarle al Ejército los lugares donde las han colocado; pero, a renglón seguido dicen que si es para que las Fuerzas Armadas o las autodefensas retomen esos territorios, mejor las dejan ahí, como si los pies y la vida misma de los campesinos y de los menores –para no hablar de los militares- que las pisan, fueren un asunto de ninguna importancia.

 

A propósito de las exigencias, ¿la condición es que las Fuerzas Armadas no ejerzan su función de soberanía en esos territorios? Están locos. Y claman porque el gobierno termine con los llamados paramilitares, como si estos no se hubiesen entregado y sus principales jefes, juzgados y condenados, o extraditados a Estados Unidos por narcotráfico, de donde regresarán, luego de muchos años de prisión, a cumplir su condena en Colombia.

 

Declararon una tregua unilateral que no cumplieron, asesinando a soldados cuyos jefes creyeron en este embeleco, para alcanzar oficialmente una tregua bilateral antes de haber terminado la negociación.

 

En el Acuerdo de La Habana se presentan como protectores del medio ambiente, pero en la realidad contaminan los bosques y las fuentes de agua con atentados terroristas, dejando sin el vital líquido a centenares de miles de personas, como una manera de mostrar su “fuerza” en una “guerra”, que es sólo una sucesión de atentados terroristas, casi siempre contra el pueblo que dicen defender.

 

Y, a propósito, ¿cómo les parece el papelón de salir a los medios a pregonar que investigarán a los guerrilleros que atenten contra los civiles, a la par que no cesan los derrames de crudo y la voladura de torres de energía, que dejan sin este servicio vital a cientos de miles de personas?

 

Pero la suma expresión del cinismo ocurrió la semana que acaba de terminar. Atónito, el país escuchó a uno de los guerrilleros de La Habana clamar porque el gobierno “acepte acordar medidas eficaces para acabar con la victimización de desplazados y exiliados, para reparar a todos ellos y darles garantías de no repetición" (www.elmundo.com 20.06.2015). ¡Acepte acordar medidas eficaces! con los mayores generadores de desplazamiento del país, según datos oficiales no desmentidos por ellos. ¡Lo que tienen que hacer es dejar de expulsar a las gentes de sus tierras! Y repararlas económicamente con sus inmensas ganancias. Lo que deben hacer es finalizar sus actividades terroristas y limpiar esas zonas de minas antipersona para que los campesinos puedan volver a sus tierras. ¿De verdad piensan que los colombianos les vamos a creer semejante canto de sirena? ¡Cínicos!. El Estado colombiano ha hecho un enorme esfuerzo por los desplazados. No hay nada que acordar con ellos, salvo la manera expedita de reparar a sus millones de víctimas.