Mientras el presidente-candidato va de coctel en coctel, recibiendo interesadas palmaditas en la espalda de los beneficiarios del poder y loas de los medios a sueldo, el uribismo se mezcla con la gran masa, con la que construye una muralla invencible que dará la gran sorpresa en marzo y mayo.
Comprendo la desazón y hasta el pesimismo que invade algunos círculos uribistas, entre ellos connotados comentaristas, pero no lo comparto. Estiman que la campaña de Oscar Iván Zuluaga no despega y no ven con igual optimismo que hace dos o tres meses los resultados para Congreso del Centro Democrático.
Es de tal envergadura la ofensiva –abierta en alto grado, pero también indirecta y subliminal- contra el uribismo, que no es fácil hacerle el quite. Sin embargo otros factores que mencionaré, reales y evidentes, obran en otra dirección y nos ofrecen las pistas acertadas para evaluar la situación.
La campaña reeleccionista de Santos, acompañada por la bien aceitada maquinaria de las listas al congreso de la Unidad Nacional, tiene dos o tres ejes sobre los cuales se desenvuelve.
El primero, el encomio y ensalzamiento de la obra de gobierno del actual mandatario, sin atenerse en adjetivos ni alteración de cifras y hechos. Cuando regresé a mi ciudad después de un descanso con mi familia en el campo, al repasar la prensa escrita de los últimos días del 2013 y primeros del 2014 me quedé atónito: todos los grandes titulares estaban dedicados a magnificar las realizaciones de Santos y a resaltar la estupenda situación que supuestamente atravesaba el país.
Los grandes medios se han convertido en una simple caja de resonancia de las fantasías del régimen. Han perdido todo pudor y criterio. Si el ciudadano desprevenido quiere encontrar otras cifras y explicaciones, que se acerquen más a su realidad cotidiana de carencias y problemas, tiene que hurgar en las redes sociales o en los escasos medios alternativos e independientes. Allí encontrará que el crecimiento económico no es como lo pintan, que la pobreza no está a punto de desaparecer en el país, que no estamos a un paso de un idílico “postconflicto”, que la violencia en lugar de atenuarse se recrudece.
El segundo eje lo constituye el silencio frente a la campaña del uribismo. En particular, sobre la de Óscar Iván Zuluaga. Solo se le menciona para señalar que su candidatura “no pegó”. Es sintomática la caricatura de hoy en el diario El Tiempo, de Matador, titulada “La soledad del candidato”, que lo muestra en una isla desierta en una supuesta presentación de sus propuestas ante la gente. Basta seguir el Twitter de Oscar Iván o el de Álvaro Uribe para constatar lo contrario: las multitudes que salen en todos los pueblos del país a escucharlos y respaldarlos, y que los grandes medios se empecinan en ocultar.
Siempre me llamó la atención que luego de la Convención de Octubre del CD que escogió a Óscar Iván de candidato, ese mismo periódico no lo hubiera entrevistado, ni le hubiera brindado un espacio a sus criterios y propuestas siquiera comparable a las dos páginas enteras que un mes después dedicó a Francisco Santos para descalificar el evento.
Mientras las páginas de los diarios se llenan de elogios y encomios a las fantasmagóricas promesas santistas, sobre paraísos “nunca antes vistos”, no se dignan dedicar un renglón a las sesudas y serias propuestas programáticas del CD y de Óscar Iván Zuluaga. Una revolucionaria propuesta en educación las encabeza, seguida de certeras proposiciones en salud, ingresos de los trabajadores, vivienda, desarrollo regional, seguridad, y otros tópicos esenciales. De igual manera el CD ha divulgado desde hace meses consecuentes posturas en asuntos cruciales del país como el de las negociaciones de paz y la defensa de la soberanía vulnerada por el fallo de La Haya, que los medios se empeñan en no tomar en cuenta o deformar.
Pero no se ignora al uribismo del todo, es cierto. Tiene un espacio especial reservado, hay que admitirlo, que constituye precisamente el tercer eje de la estrategia de sus enemigos: la calumnia, el ataque, la desinformación sistemática, las demandas, la amenaza abierta o velada, la descalificación, el asedio de las autoridades electorales. Me haría interminable al enumerar el listado de agresiones de las últimas semanas, pero vale la pena citar algunas.
El CD no obtuvo el reconocimiento por parte de la Registraduría de sus listas a Cámara en 5 departamentos -Putumayo, Cauca, Nariño, Casanare y Arauca- pese a haber presentado un número de firmas muy superior al exigido. Curiosamente en esos departamentos que tienen presencia fuerte las Farc y son epicentros del narcotráfico, se localizan algunas de las zonas de reserva campesina estratégicas propuestas por los violentos en La Habana. Y, como se recordará, pese a la presión guerrillera –y probablemente como reacción a sus desafueros- Uribe barrió allí en las elecciones de 2002 para presidente. Ahora se trataría de borrar la presencia en el Congreso del uribismo de esas comarcas, para sustituirlo tal vez por delegados de los narcoterroristas, según lo pretenden a través de las circunscripciones “especiales” de paz .Y de ese modo también, bloquear que el Centro Democrático sume a su fuerte bancada en Senado una equivalente en la Cámara.
Ni qué decir del atropello del CNE – organismo manejado por los principales partidos de la Mesa de Unidad Nacional -de negar dos veces el logo propuesto por el uribismo, a fin de evitar que los electores identifiquen con certeza este movimiento en los tarjetones, y poder seguir ambientando la confusión en beneficio del santismo. Otra muestra de la “alambrada de garantías hostiles” que rodea al novel movimiento de oposición.
Para no ahondar en la estrategia de amedrentamiento de las Farc contra los militantes del CD en distintos lugares del país, sin ningún pronunciamiento oficial al respecto, o la demanda temeraria de cierto colectivo de abogados contra el expresidente Uribe por sus trinos contra quienes le hacen juego al lenguaje y ejecutorias de los terroristas.
Semejantes arbitrariedades, acompañadas de una buena dosis de encuestas súbitamente favorables al mandatario de turno, tienden a generar la idea de que para Santos todo va viento en popa mientras el uribismo atraviesa penosamente un desierto. Cuidadosamente repicadas por los principales epígonos del santismo, como la estrafalaria idea de que Santos tiene asegurado su triunfo en la primera vuelta. Pero la verdad verdadera es que en las calles, en las barriadas, en los pueblos, en las veredas, el panorama es exactamente el contrario.
El común de las gentes, en su gran mayoría, salvo uno que otro untado de mermelada, tiene una aversión casi visceral por Santos. Desconfía de él, no le cree, lo detesta. Cualquiera puede hacer el ensayo de hablar con los tenderos, lustrabotas, taxistas, amas de casa mercando, para constatarlo. Las encuestas y las estadísticas oficiales van por un lado y la gente va por otro.
Pero esas son expresiones que se podrían tomar como individuales, no representativas. Sin embargo hay una más objetiva e incontratable: la presencia masiva, espontánea, alegre, comprometida del pueblo en los actos diarios del Centro Democrático. Tanto el expresidente Uribe y los demás candidatos al Congreso, como Óscar Iván Zuluaga están recorriendo en una caravana intensa, sin desmayo, tres o cuatro ciudades y poblados por día, congregando multitudes incontables que los vitorean y animan sin resuello. Mientras el presidente-candidato va de coctel en coctel, recibiendo interesadas palmaditas en la espalda de los beneficiarios del poder y loas de los medios a sueldo, el uribismo se mezcla con la gran masa, con la que construye una muralla invencible que dará la gran sorpresa en marzo y mayo.
Sin un peso, sin medios de comunicación, sin halagos de auxilios o prebendas, con las uñas. Como sucedió en mi pueblo, al oriente de Antioquia, donde hace unas tres semanas llegó el expresidente con su comitiva una tarde de un día de semana, en plenas festividades navideñas, después de haber avisado apenas la noche anterior de su presencia. Como por ensalmo más de 400 personas se aglomeraron en la plaza principal. Toda la costa Caribe se abalanzó a los recintos escogidos en distintos municipios, para escuchar a los líderes del CD en los últimos días. Hoy en Leticia (Amazonas), en Boyacá, en San Andrés, como mañana en centenares de ciudades y poblados, el paso de vencedores del uribismo se hará sentir anunciando la inevitable victoria.
Aunque no hay que aflojar sino acentuar el trabajo, no es la hora para el pesimismo. El pueblo no se dejará encantar por los cantos de sirena que lo asedian y dará en su momento la respuesta que el país espera y necesita.
FUENTE: .periodicodebate.com