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¿Discrecionalidad o conveniencia política?

Les piden a los oficiales de las Fuerzas Militares y de la Policía no deliberar en polí-tica como ordena la constitución pero lo cierto es que desde la cúpula de esas instituciones, se han tomado varias decisiones en las últimas semanas que parecen estar llenas de consideraciones de carácter político y no es-tratégico ni táctico.

 

Lo digo por casos como el del General Luis Eduardo Martínez de la Policía o el del Brigadier General Mauricio Forero del Ejército. A ambos los patearon, según ellos mismos, por razones de (in)conveniencia política y no por relevos naturales o como resultado de procesos de investigación interna en los que se constataran irregularidades. No. A Martínez lo sacaron con el prejuicio de que era uribista y a Forero lo están sacando porque a las FARC no les convence un general de la línea dura para los tiempos de paz que se avecinan.

 

 

¡Vaya, vaya! ¿En qué momento la discrecionalidad permitida en organizaciones verticales como el Ejército se volvió un asunto politiquero y no una facultad seria que vaya más allá de ciertas coyunturas y de los caprichos del gobernante de turno?
 

 

La Corte Constitucional ha sido clara en que aún aquellos procedimientos que no requieren motivación expresa deben tener siempre unas razones serias que se expresen en la hoja de vida del afectado. Las del retiro de estos dos generales no lucen claras y, al contrario, dejan dudas muy graves.
 

 

Los precedentes que se están creando son delicados y los soldados y policías que vienen detrás toman atenta nota sobre el nuevo estilo para impedir o promover ascensos. ¿Quién va a querer hacer carrera militar viendo lo que está sucediendo?
 

 

A todo esto habrá que sumar las pugnas feroces que se presentan tanto en la Policía como en las Fuerzas Militares y el descrédito creciente ante la opinión pública de instituciones que hace apenas unos pocos años tenían los mejores indicadores de credibilidad y confianza.
 

 

Si el presidente no se toma en serio lo que está pasando en las entidades que velan por la seguridad de los colombianos y si se sigue actuando con criterios de lesa política para sacar o dejar a sus máximos oficiales, estaremos condenados al fracaso en momentos críticos como los que ahora vivimos con amenazas desconocidas y peligrosas como la de las Bacrim y la incertidumbre en los procesos de paz con las FARC y el ELN.