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Educar en el fanatismo

Escuché en esta semana a Carlos Alberto Montaner hablando de la manera en que en algunas comunidades Islamistas educan a sus niños, para que dentro de su cultura religiosa con el acompañamiento de ALÁ, los induzca en ocasiones, a realizar esos ataques suicidas que están menudeando ahora, cuando los pares de las farc, alqaeda y el yihadismo, deciden que alguien está atacando a su religión y que por lo tanto es candidato al sacrificio y debe desaparecer de la faz de la tierra.

 

De tiempo atrás en Colombia, tenemos unos aprendices de estas tácticas subversivas enquistados en nuestras esferas educativas que pretenden inculcar a los niños y jóvenes, que caen en sus grupos de alumnos, el odio de clases y el resentimiento propio de esos personajes de izquierda que, por sus pocas capacidades, o, sus merecimientos, o, sus escasos conocimientos, o, su actitud indolente frente a sus empleadores, o, simplemente por facilismo (casi siempre la razón más frecuente), deciden que el sistema que propicia el desarrollo de las capacidades individuales y el emprendimiento personal, debe ser reemplazado por uno en donde todas estas manifestaciones naturales del ser humano sea castrada para instaurar un sistema de gobierno en donde la iniciativa empresarial provenga del estado.

 

El sistema que tenemos es imperfecto pues da pie para que unos pocos se aprovechen de esos recursos para su lucro personal y es así como vemos senadores, representantes a la cámara, diputados, concejales, funcionarios de todas las pelambres y de todos los niveles en donde el CVY., es la premisa para realizar sus trabajo. Esto es una verdad de a puño pero no es la justificación para renunciar a esas filosofía de gobierno cuando por sí misma es capaz de producir los remedios para esa enfermedad corruptora de los principios éticos.

 

En estos últimos 4 años hemos visto como no se debe gobernar. No quiere decir esta afirmación que antes de este mal gobierno estuviésemos en los gloriosos. De hecho quienes lo antecedieron afirmaron que faltaba mucho por hacer y que las políticas de austeridad deberían continuar. Esa recomendación sirvió de acicate para actuar en contrario, por eso vemos como se derrocharon los ahorros en dádivas y mermelada que sólo sirvieron para incrementar la corrupción y fomentar la compra de conciencias.

 

Con ese proceder se pretende generar el caldo de cultivo para que el pueblo enardecido y hastiado, acepte que el sistema democrático es un esperpento que debe de cambiarse por uno totalitario, en donde el estado sea el orientador, propietario y generador de todas las fuentes de pobreza.

 

Nadie más fanático que un iluso comunista de los años 60. Se quedaron con esas ideas y no evolucionaron; su discurso es el mismo y su capacidad para ejecutar se constata en nuestra capital, con los 3 períodos de la izquierda o, para una mejor comprensión de sus capacidades ejecutivas, basta mirar al país dueño de la mayor riqueza petrolera sumido en el caos y la desesperanza y para no ir tan lejos, miremos cuales han sido, en verdad, las ejecutorias en Colombia de un personaje que se eligió con un engaño.