Sitio oficial
 

El chiste de Santos en Washington

El presidente dijo en Estados Unidos, durante la ceremonia de entierro del Plan Colombia, de cuya muerte él es responsable, que la paz que propone pondrá a Colombia en la senda que la llevará a aprovechar un “potencial ilimitado”, que estaba frenado por la violencia armada. Y aseveró que el campo será el mayor beneficiado: "Colombia no tenía posibilidades de desarrollar el campo, no podíamos reforestar, por causa del conflicto armado. Ha sido un freno. Ahora, removido ese obstáculo, el potencial de Colombia es ilimitado” (Panel en la sede del BID en Washington).

 

Nada más falso, por lo que dijo y por lo que no dijo. Los violentos y sus crímenes recibieron un golpe mayor con la desmovilización y entrega de armas de los paramilitares durante el gobierno del presidente Uribe y la reducción a su mínima expresión de las Farc y el Eln gracias a la política de seguridad democrática, que tuvo como elemento constitutivo de primer orden, precisamente, el Plan Colombia.

 

Durante ese gobierno, se contuvo el desplazamiento y se comenzaron proyectos productivos con estrategias de apoyo a los campesinos y a la agroindustria, que comenzaron a revertir el atraso en el campo, una de cuyas causas era -y es hoy- el narcotráfico, que llegó a tener unas ciento cincuenta mil hectáreas de coca sembradas y decenas de toneladas de clorhidrato de cocaína fabricadas, pero que, con el combate a las guerrillas, a los paramilitares y a las otras mafias, se redujo a menos de cincuenta mil y condujo a una producción en picada del narcótico. No menos importante, se contrajo la destrucción de los bosques y la selva nativos, el envenenamiento de fuentes de agua, la destrucción de zonas de cultivos, que la siembra de coca y la elaboración del alcaloide tuvieron como consecuencia. Y claro, todo eso acarreó la disminución de ingresos de las Farc y sus amigos, que, sufriendo una ofensiva militar sin precedentes, no tenían los recursos necesarios para financiar su actividad militar.

 

Hoy, por el contrario, la fabricación de coca y el área sembrada están a punto de alcanzar los niveles del pasado, en razón de las concesiones de Santos a las Farc, el mayor cartel de la droga en el país, que campean en las zonas que les ha despejado de hecho el Estado en sitios como el Catatumbo, Nariño y Cauca, aliadas la mayoría de las veces, en disputa, en otras, a las Bacrim y el Eln. Y qué decir de la minería ilegal, de la que ese grupo y sus congéneres se lucran, beneficiados de nuevo con el despeje de hecho que las fuerzas militares han realizado de territorios en los que los ilegales nunca habían estado o habían sido expulsadas. Ahora esas zonas, que, como dije, comenzaban a ser recuperadas, son ahora desiertos cuyo crecimiento depredador se puede observar en las riveras de nuestros ríos.

 

Todo esto acompañado con un aumento meteórico los recursos de las Farc y los otros grupos que están en las mejores condiciones para reclutar de nuevo y armarse hasta los dientes.

 

Por eso es un chiste que Santos nos diga que ahora sí va a poder reforestar y aumentar la productividad del campo, beneficiando a los campesinos. ¿Con quiénes? Con las Farc nos responde, no se sabe si en el colmo de la maldad o de la ingenuidad. Este grupo, dice, se convertirá en su principal aliado en la lucha contra el narcotráfico. ¡Dan ganas de llorar!

 

¿Aumentar la productividad en el campo? ¿Cómo? vuelvo a preguntarme. Pues entregándole a las Farc extensas áreas del territorio nacional como zonas de concentración y millones de hectáreas de tierra (piden nada menos que quince millones, en el cálculo más moderado).

 

El pequeñísimo problema es que, en el mejor de los casos, como una acción para la galería, promoverán la colectivización de alguna cantidad de tierra, experimento que ya fracasó en todo el mundo y no produjo sino atraso. Pero lo que harán, de fondo, es perpetuarse como grandes propietarios con testaferros que les manejen sus minas ilegales y sus inmensos cultivos de coca; reclamarán corredores hacia nuestros mares y fronteras, especialmente la Venezuela del cartel de los soles, no sólo para exportar sus “bienes” sino para importar armas. En fin, reclamarán los espacios que requieran para consolidar su domino en las zonas rurales, pues no olvidemos que la estrategia de la guerra revolucionaria es cercar las ciudades desde el campo, para tomarse el poder y de paso, enriquecerse

 

Así así cosas, ¿en serio cree el señor Santos que, en semejantes condiciones tan propicias, las Farc y sus amigos de crimen se van a desmovilizar de verdad?

 

¿Ven el chiste de las afirmaciones del presidente?