En una nueva andanada de los terroristas de las Farc contra los colombianos, presentan cinco propuestas para la conformación de lo que llaman Fondo Especial para la Reparación a las Víctimas, con sustento constitucional y dotado de millonarios recursos extraídos del Presupuesto Nacional: 3% del PIB; más 1% del PIB de la reducción del gasto en Seguridad; más la reasignación del Impuesto al Patrimonio; más un nuevo impuesto a los dividendos de las empresas de capital; más el 30% del Fondo de Estabilización y Ahorro del Sistema General de Regalías; más contribuciones especiales de los grandes propietarios de tierra y grandes empresarios del agro; más una compensación de los Estados Unidos por su intervención en el conflicto armado. ¡Casi nada!
Esto sonaría hasta halagüeño si no fuera porque, desde el principio, se asume que las víctimas son ellos. Que las víctimas son los peores criminales que ha tenido Colombia; que las víctimas son los violadores de los derechos humanos y del Derecho Internacional Humanitario; que las víctimas son los secuestradores, narcotraficantes, y mutiladores; que las víctimas son los reclutadores y violadores de niños; que las víctimas son los apátridas, extorsionistas, asesinos y terroristas. (¿Qué tal, por ejemplo, Teodora considerada víctima?)
Y pretenden proveerse de recursos, entre otras cosas, para sostener en el futuro a los parásitos farianos que hoy se encuentran en las cárceles y que ellos laman “presos políticos”, que muy seguramente saldrán libres a hacer lo único que saben a la perfección: delinquir. ¡Qué tal! ¿De manera pues que vamos a terminar los colombianos de bien -que somos las verdaderas víctimas- sosteniendo a nuestros victimarios y trabajando para ellos?
¿Vamos a terminar extorsionados por el Estado para seguir engordando la inmensa fortuna que hoy ostentan estos delincuentes? Porque esto, en la práctica, será una extorsión masiva, general y pública, amparada por la ley y por la propia Constitución Política. Vamos a terminar cediendo territorio, capital, dignidad y gobierno, y protegiendo y mimando a nuestros verdugos. ¡Qué horror!
Y hay algo más curioso: las Farc son un grupo terrorista catalogado como el segundo más rico del universo y cuya fortuna proviene de actos delincuenciales cometidos en contra de todo el País: narcotráfico, secuestro y extorsión. Ellos, con su fortuna, podrían (y tendrían que) reparar a las verdaderas víctimas, pero el Gobierno, en otro de sus actos de connivencia y complacencia, prefiere no tocar este asunto y lavarles sus dineros conseguidos a costa de la sangre de colombianos inocentes.
¿Entonces qué harán con su fortuna los terroristas de las Farc? Sinceramente no creo que la vayan a destinar para obras sociales, ni para montar industria lícita, ni para generar empleo o acabar con la brecha de desigualdad. ¡No! Ellos tiene una industria montada que dominan a la perfección: la industria del terror. No saben hacer más; no tienen vocación diferente; no se han preparado para nada distinto de lucrarse del sufrimiento de todo el País. ¿Por qué ceder ahora que nadie les reclama y que les están dando un reconocimiento tácito de víctimas? ¿Por qué ceder ahora que tienen la oportunidad de delinquir bajo el amparo, la lenidad y la impunidad? ¿Por qué ceder ahora que han encontrado un Gobierno débil de carácter, pusilánime a más no poder, ansioso de vitrina internacional y aliado de unas tesis comunistoides que pretenden imponer desde Cuba y Venezuela?
Y que no digan que somos enemigos de la paz. ¡No! Lo que pasa es que es difícil aceptar que los colombianos estemos canjeando la paz por la libertad. Porque a partir de la firma de lo que se está acordando en la farsa de La Habana, y de la legitimización de las imposiciones de los terroristas que cada día son más ambiciosas y denigrantes, entraremos a un régimen peor que el venezolano; a un régimen donde opinar en contrario será considerado delito; donde se estigmatice al opositor hasta (como está sucediendo hoy) llevarlo a la cárcel o al patíbulo. ¿Valdrá la pena entonces ceder, ceder y ceder para terminar convertidos en la “República Bolivariana de Colombia”? ¡No lo creo!
@titepava