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El sainete de la paz santista

"Es un híbrido semántico, construido para descuadernar a Colombia."

 

La paz santista es un híbrido semántico, construido para descuadernar a Colombia y legalizar en Cuba el matoneo de las FARC. No es la paz.

 

La sigla FARC contextualiza masacres y millares de afectados, pero se puso de moda un sainete con nueva jerga, que los muestra como víctimas, no como terroristas, ni narcotraficantes, ni autores de crímenes de lesa humanidad; al contrario, los angeliza y pretende distanciarlos de la justicia internacional, porque la nacional forma parte del elenco.

 

En la obra, las FARC firman la paz y reciben patente de congresistas, impunidad y legalización de las tierras que usurparon, armas, y tantos dólares que no caben en la imaginación. La paz lo justifica. Se fractura el país en dos mitades, y se trata de apagar la hoguera de las FARC, incendiando el país nacional.

 

Santos, protagonista/antagonista, no quiere la paz, quiere el acuerdo, así hunda las instituciones, y trasgreda la Ley. Derriba cualquier precepto moral y jurídico que se le oponga.

 

En platea, la mitad del público canta con candidez, una canción en la cual la paz emerge al ritmo de la rúbrica de Iván Márquez, y la otra mitad se ahoga advirtiendo que la violencia fue engendrada por gobernantes que centralizaron y concentraron los recursos del pueblo en unas cuantas capitales y en unos cuantos capitalistas de izquierda y de derecha, y olvidaron al país periférico.

 

Un extra de andrajos alza la voz y una caja de tomates -¡Si firman el acuerdo y sigue el abandono, ¿Pa´ qué acuerdo?!

 

Nadie le para bolas y el andrajoso se mete entre el público a vender los tomates y a pedir un pan.

 

Santos camina victorioso por el foro, acompañado de Inescrupuloso y Ambición, y aupado desde bambalinas por varios congresistas y periodistas. También lo corean dos personajes de túnica blanca, lupa y balanza descuadrada, el camarada Montealegre y el magistrado Leonidas Bustos, carcelero del exgobernador Luis Alfredo Ramos, quienes representan la majestad de la Justicia.

 

El camarada aflauta la voz y promete cárcel para los opositores e impunidades a sus guerrilleros. Lo apoya el magistrado, quien pontifica, doctoralmente, que la paz debe estar por encima de la Ley.

 

El sainete incluye un teatrino de sordos, un guión de 800 páginas escrito por 12 escritores contratados, y una jerga que se juega con palabras que suenan igual y significan distinto.

 

Canta el coro desde el foso: – Oh FARC, no guerrilla, no terrorista, no delincuente. Oh, FARC, ejército beligerante, guardia rural, que no secuestra, retiene; que no narcotrafica, cobra peaje, que no recluta niños, los adopta; que no extorsiona, cobra impuesto.

 

Oh FARC, donde las niñas no son violadas, sino que cumplen con la revolución, donde las armas no se entregan, sino que se les hace dejación. Oh FARC, gracias te damos por la paz que nos firmarás.

 

Varios actores se adelantan, y sin mirarse dicen:

 

Santos: – Las FARC se arrepintieron de sus crímenes.

 

Santrich: Riendo – Quizás, quizás, quizás.

 

Guión: – La culpa es del Gobierno, no de las FARC

 

Santos: – La paz se firmará pronto.

 

FARC: – No firmaremos una paz exprés. Nos tomaremos nuestro tiempo.

 

Guión: La culpa es de la injusticia social, no de las FARC

 

Santos: – Se impondrán penas mínimas a los cabecillas.

 

FARC: – No pagaremos un día de cárcel.

 

Guión: La culpa es del ejército, por perseguir a las FARC

 

Santos, a los soldados: – Atrapen a los cabecillas.

 

Santos, a los cabecillas: – Viajen a La Habana, que no permitiré que los atrapen.

 

FARC: – Exigimos que el Estado reduzca el presupuesto de la guerra.

 

FORBES: – El presupuesto de las FARC para la guerra es mayor que el del Ministerio de Defensa.

 

Guión: La culpa es de la aristocracia, de los oligarcas, de los conservadores, de los liberales, no de las FARC.

 

FARC, al gobierno – Exigimos reducir la tropa.

 

FARC, a su gente: – Recluten, recluten, recluten.

 

Santos, a los soldados: -Tranquilos, recibirán los mismos beneficios de la guerrilla

 

Un coro de víctimas de blanco traje y flor en mano, anuncia perdones y oculta escarapelas de funcionarios y contratistas del Estado, mientras en proscenio, Mockus arenga una marcha por la vida, en favor de los campeones de la muerte, por 480 millones de pesos.

 

Santos y el Fiscal viajan al exterior para vender boletas, el primero pide a sus homólogos presidentes, lo que la diplomacia no niega, bendición internacional, que ya dio Obama, y el Papa viene en lista.

 

Hay un súbito revuelo, porque la Corte Penal Internacional advirtió que todo delito de lesa humanidad debe castigarse con pena privativa de la libertad, y apareció en el escenario un actor improvisado, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, sugiriendo irrespetuosa, que se adecúe el Marco Jurídico para la Paz a los estándares internacionales sobre Derechos Humanos, y al Estatuto de Roma.

 

Las FARC amenazan con retirarse del sainete y Rajoy pide a la ONU que le diga a la Corte que no se meta en el libreto.

 

Las FARC rearmadas y aumentadas en los dos años, son las nuevas divas y declaran que solo aceptarán el papel de protagonista/antagonista, que Santos desempeña. El telón no baja, pero media platea los aplaude con euforia.

 

@mariojpachecog