Como la señora que se dirige al señor sentado en la otra mecedora: no te molestes conmigo, pero quería preguntarte ¿nosotros éramos hermanos, esposos o qué?
En Colombia la esperanza de vida llegó a 73 años. Creo que pudiera ser mayor si no fuera por tanta violencia.
Hace pocos días un alto directivo de una de las grandes EPS decía que era evidente que la gente vivía más pero más enferma. Y así es.
Asusta saber que llegan enfermos y sin atención. Las salas de urgencias están desbordadas. No dan abasto. La situación es delicada. El director de Urgencias del Hospital General afirmaba en el periódico que las personas llegan muy enfermas, con enfermedades crónicas, muy descompensadas. No es por la violencia.
En el San Vicente se pasó de 966 pacientes por mes los primeros cuatro meses del año pasado a 1.466 en el mismo periodo de este.
Algo no funciona. Muchas consultas "urgentes" son por afecciones menores que podrían ser tratadas en otros niveles, pero cabría preguntar qué porcentaje es y por qué no acuden a otros servicios en sus barrios y pueblos de residencia.
¿Es adecuada la atención de salud en cualesquiera de nuestras poblaciones?
La fría estadística de la organización Así Vamos en Salud dice que a 2013 estaban cubiertos por el sistema 43,2 millones de colombianos, de ellos 22,6 millones en el régimen subsidiado. ¿Verdaderamente cubiertos?
La congestión en urgencias tiene que ver con esto. La cobertura en mucha parte es de papel. Las citas para médico general demoran 3 días y para especialista 9 según esa organización. El paciente se desespera. Y no es extraño que tras acudir al médico sea despachado con la pócima mágica que combate todos los males: acetaminofén.
Eso en consulta, porque de exámenes especializados y tratamientos costosos…
A lo que decía el directivo de la EPS habría que agregarle: se vive más, más enfermos y peor atendidos porque aunque los analistas aseguran que hay dinero, no se ve.
¿Qué pasaría si se presentara un desastre? Si ya los sistemas están copados, con pacientes acostados hasta en el suelo.
Mientras, avanzan estudios sobre la congestión para presentárselos al Minsalud. Parece un contrasentido. Los números que pregonan en altavoz los gobernantes dicen que todos estamos cubiertos.
Cubiertos, pero no nos pueden atender.