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Intervención del expresidente Uribe durante el Taller ‘Por una Seguridad Moderna en Bogotá’

Bogotá, 18 de febrero de 2015 (CD).

 

“Primero, inmensa gratitud a ustedes por permitirnos esta reunión.

 

Anoche fue muy grata la reunión en Nicolás de Federmán, y hoy igualmente grata e inmensamente comprometedora esta reunión: el Taller Democrático por la Seguridad de Bogotá.

 

¿Cómo creo yo que se hacen los programas de Gobierno?

 

Necesitan un líder, Francisco Santos; un equipo de trabajo académico, que está trabajando y una validación permanente con la comunidad. Hay que alternar entre el equipo académico y el contacto con la comunidad, que el equipo académico escuche a la comunidad, ayude a formular propuestas y después el candidato las valide ante la comunidad, para que la comunidad diga si están bien, si no están bien, qué hay que corregir, qué hay que quitar, que hay qué adicionar.

 

Por supuesto  este es un primer taller en el tema, seguramente en el curso de la campaña habrá muchos y se irá mejorando la propuesta.

 

¿Qué es la seguridad? La seguridad es un valor democrático, es una fuente de recursos, no es una categoría de la izquierda ni de la derecha, es una categoría de las democracias progresistas.

 

Ayúdenos a una cosa, cuando se propone un programa  de seguridad inmediatamente se le desconceptúa, descalificándolo como de derecha; la seguridad la necesita cualquier posición ideológica, cualquier postura doctrinaria.

 

La seguridad la necesita cualquier organización política que quiera ser alternativa de poder, sea esa organización política de izquierda, de derecha, de centro.

 

La seguridad es un valor democrático sin el cual no opera la democracia, sin lo cual no opera el pluralismo, es una fuente de recursos.

 

La historia colombiana yo creo que es el mejor ejemplo para decir porqué la seguridad es una fuente de recursos.  A mí me preocupó mucho este análisis del año 2001, y habrá que recordarlo porque ya hace muchos años, y en una patria de una población tan joven no tienen por qué recordarlo y muchos de los mayores lo han olvidado.

 

Yo me preguntaba ¿Por qué Colombia apenas tiene un 8 por ciento sobre el PIB de inversión privada? Es muy poco cuando ya llegamos a tener 22. Y me preguntaba: si es un país con una economía bien manejada; un país que nunca tuvo problemas de hiperinflación; un país que nunca incurrió en problemas de deuda; un país que siempre ha tenido la respetabilidad de los organismos financieros internacionales y nacionales ¿Por qué Colombia que fue ajena a las crisis de la deuda de América Latina, que nunca incurrió en negación y en mora frente a la deuda? ¿Por qué Colombia que siempre ha cumplido los contratos? ¿Por qué Colombia cuya mayor inflación subió al 33 por ciento cuando en América Latina la inflación superaba el mil por ciento? ¿Por qué Colombia tiene una tasa de inversión tan baja? Lo explicaba el creciente problema de violencia.

 

Y entonces empezamos a probar la seguridad como fuente de recursos, y apenas la seguridad democrática empezó a producir las pequeñas iniciales victorias: que los colombianos pudieran desplazarse por las carreteras; que desde un vehículo de familia los niños alegres enarbolaran una banderita por la ventanilla para saludar a los soldados; que la señora del restaurante se pusiera feliz porque había vuelto la clientela; que la vendedora de hamacas y de artesanías en San Jacinto abrazaba a los generales de la República porque se había reactivado su venta; que empezaron a llegar los cruceros del Caribe a Cartagena, porque había seguridad ¡empezó a recuperarse velozmente la economía!

 

Por supuesto que eso estuvo acompañado de toda la política de promoción de la inversión y validado simultáneamente por la política social: pasar de 300 mil Familias en Acción a dos millones setecientas mil; de 10,7 millones colombianos en el régimen subsidiado a 23 millones; de un Sena que atendía a un millón cien mil colombianos al año a un Sena de ocho millones de colombianos al año.

 

Y entonces empezamos a engranar la seguridad como valor democrático con el pluralismo, a engranarlo como valor democrático con el mejoramiento social y a sincronizarla como fuente de recursos con la inversión.

 

Claro, muchas cosas faltaron, también hubo errores, pero yo creo que había una buena y clara visión para el país.

 

¿Qué ocurre hoy? Cuando le pregunto al doctor Francisco Santos, nuestro candidato ¿qué percibes en los talleres de Bogotá? Me dice, con excepción de uno de ellos, la angustia de la mayoría, la primordial, es por el deterioro de la seguridad ¿Y cómo se expresa? Y me cuenta, lo que anoche nos confirmaban en Nicolás de Federmán, se expresa por el asedio de los distribuidores de droga a los planteles educativos, por ese microtráfico que promueve el atraco, el atraco callejero, por la extorsión al comercio, por el atraco a instituciones financieras, muy parecido a lo que está ocurriendo en el país, con una diferencia: la tendencia de quince indicadores de seguridad en Colombia es una tendencia de agravamiento, por ejemplo las acciones terroristas contra la infraestructura de hidrocarburos  en los últimos cuatro años, crecieron en un 355 por ciento, la extorsión creció en un 264 por ciento, los retenes de las carreteras por grupos ilegales en un 64 por ciento.

 

¿Cuál es la diferencia? Que en términos generales el país ha venido disminuyendo el homicidio, y ya me voy a referir a eso, pero en Bogotá ha aumentado. ¡Qué grave! ¡Qué grave esto!

 

Entonces hay una queja muy parecida en Bogotá a la que se oye en el resto de Colombia. Y estas cifras que ha tomado el Centro Democrático por intermedio de los estudios del Senador  Alfredo Rangel y que se basan en el examen de las publicaciones oficiales, las corroboró la semana pasada en un estudio para las Naciones Unidas la Cerac, dijo: ‘en los años del diálogo ha aumentado en Colombia la violencia contra la infraestructura, contra las Fuerzas Armadas’, y dijo: ‘ha disminuido contra los civiles, excepción de Bogotá’.

 

Pero en otras regiones del país la disminución frente a los civiles tiene una explicación, es lo que nosotros llamamos la violencia silenciada. Ha habido tal recuperación de la capacidad criminal de grupos terroristas y control territorial que en simultáneo con la falta de protección de parte del Estado, con la falta de una política de seguridad, ha llevado a la ciudadanía a decir: ‘no puedo denunciar, no hay política de seguridad que me proteja, no queda más camino que someterme y pagar la extorsión para que no me asesinen’.

 

Incluso ha habido en esas cifras de seguridad publicadas por el Senador Rangel, una muy preocupante: el crecimiento de las acciones terroristas para cobrar extorsiones, porque lo ve uno mucho en el Meta: ‘o me paga o le pongo una granada al establecimiento de comercio’, ‘o me paga o le pongo un explosivo a su moto’. Violencia silenciada, la ciudadanía no tiene más de otra que pagar.

 

Y en la ciudad de Bogotá, a mí sí me ha sorprendido, salvo en uno de los talleres democráticos presidido por el doctor Francisco Santos, el primer reclamo ciudadano es por seguridad.

 

Sobre el doctor Francisco Santos.

 

Cuánto agradecí yo cuando lanzaba mi candidatura a la Presidencia de la República, que alguien como Francisco Santos, trabajador de los derechos humanos, trabajador de las libertades democráticas, me acompañara como Vicepresidente en una propuesta que si bien era integral en lo económico, en lo social y en lo de seguridad, aparecía ante los ojos de los ciudadanos de Colombia y del mundo, estar encabezada por un proyecto de seguridad, que como todo proyecto de seguridad es riesgoso y controversial, más en un país como Colombia donde el discurso político enseñó a repudiar la seguridad. Y lo entiendo, porque antes de nuestro gobierno asesinaban quince periodistas por año; hubo años que asesinaban 370 líderes sindicales, cuando nosotros terminamos el gobierno no pudimos lograr cero, pero en los últimos tres años asesinaron tres periodistas. Especialmente en las regiones de Colombia donde estaban más maltratados y presionados por la violencia, los periodistas sintieron un gran alivio en la seguridad democrática, como lo sintieron los trabajadores.

 

Una cosa que yo no he entendido es por qué el discurso político de Colombia, el discurso periodístico ha sido un discurso tan contrario y tan hostil con el tema de la seguridad.

 

Y consciente de eso agradecí mucho a Francisco Santos que aceptara ser el candidato a la Vicepresidencia, porque él venía del periodismo, por problemas de seguridad se había tenido que ir a trabajar, abandonar el periódico El Tiempo e irse a trabajar en El País de Madrid.

 

Y él, defensor de los derechos humanos, promotor de las marchas colombianas contra el secuestro, uno de los líderes del periodismo nacional, aceptó venir como fórmula vicepresidencial de aquella campaña. Eso fue una prueba de carácter y de convicciones que se confirmó a lo largo de esa compañía, que yo agradezco profundamente, que me hizo durante ocho años como Vicepresidente.

 

Eso explica por qué Francisco Santos.

 

Yo les quiero hacer una mención de lo que yo llamo los actores de la seguridad para Bogotá: el Alcalde, la comunidad, la justicia, las Fuerzas Armadas, la tecnología, la seguridad privada y los validadores. Siete elementos, siete actores para un programa de seguridad.

 

Lo repito: el alcalde, las Fuerzas armadas, la comunidad, la justicia, la tecnología, las empresas privadas de seguridad y los validadores.

 

Vayan pensando ustedes un ejercicio para terminar yo muy pronto: ¿Cuál debe ser la principal tarea de cada uno de esos actores?

 

Vamos a referirnos al Alcalde. El Alcalde tiene que reconocer el problema, no desestimarlo. Francisco Santos lo reconoce en su magnitud, para él no es un discurso de campaña sino una convicción de vida.

 

Los colombianos lo vimos en los momentos más azarosos  de la vida nacional, encabezar en las calles de la patria las marchas contra el secuestro. Me acompañó sin medir riesgos todos esos años de gobierno en la política de seguridad  ¡Está probado en el tema!

 

El Alcalde reconoce el problema, tiene que correr riesgos y tiene que liderar soluciones. De la capacidad de liderar soluciones no hay duda y estás soluciones se están construyendo en talleres con la ciudadanía de Bogotá.

 

Un Alcalde que dé ejemplo, quiero verlo, si los ciudadanos de Bogotá lo eligen su alcalde, en todas las localidades de la ciudad, en las estaciones del Transmilenio, en los sitios de mayor aglomeración ciudadana dirigiendo él como primer policía de la ciudad y dando ejemplo a las Fuerzas Armadas en Bogotá para garantizarle la seguridad a los ciudadanos.

 

Estimados compatriotas, si ustedes lo eligen Alcalde, si ustedes lo eligen Alcalde, habremos de ver a Francisco Santos, no anunciando por motivos electorales, el cierre de los ventorrillos del narcotráfico, sino encabezonando a la policía para capturar a los distribuidores de droga y para defender a los colegios del asedio del narcotráfico.

 

Para Francisco Santos la seguridad no será un tema de frías cifras, no será un discurso de campaña, sino una acción en la cual él como alcalde dará ejemplo en todas las horas y los días de los próximos cuatro años en la ciudad.

 

Habremos de ver a Francisco Santos coordinando a los otros actores, hablando con los jueces de la República y con los fiscales; mire, pero no una conversación de vez en cuando para que salga en titulares de prensa, sino un diálogo de todos los días, porque esto es una tarea que necesita de mucha persistencia. Señor fiscal, señores jueces, se queja la policía que capturaron a un distribuidor de droga en tal parte, que lo pusieron libre; que capturaron a un atracador en tal parte y que de inmediato lo pusieron libre. Estoy seguro que él,  sin códigos que no podrá reformar,  sin leyes que no serán de su competencia, con la legislación actual pero con su compromiso de liderarlo, ejercerá una tarea de coordinación y de trabajo con la justicia que ayudará a eliminar ese factor de inseguridad que es la impunidad en la ciudad de Bogotá.

 

Habremos de ver a Francisco Santos dándole ejemplo a las Fuerzas Armadas, a la Policía, acompañándolos y liderándolos, comportándose como el primer policía de la ciudad, dándoles cariño y afecto, motivándolos y al mismo tiempo llamándoles la atención al oído con total afecto.

 

Las sola circunstancia de su elección, apenas empiece a transmitir ese cariño y es liderazgo a los policías de la ciudad, cambiará la actitud de los policías de Bogotá.

 

Ayer me decía Diego Molano que la ciudad tiene 17 mil policías y que necesita muchos más, y el doctor Francisco Santo tiene unas ideas de cómo, manteniendo la Policía Nacional, la ciudad se puede vincular o financiar la expansión de la policía.

 

Todo eso es importante, pero lo más importante es un Alcalde que quiera a la Policía, que la dirija, que le dé ejemplo y que le reclame cuando hay que reclamarle. Aquí el tema no es solamente cuantitativo, el tema es cualitativo.

 

Y habremos de ver a Francisco Santos exigiéndole a todas las empresas de seguridad privada de Bogotá, que no solamente cuiden el edificio que tienen a su cargo, o el hotel, o el restaurante, o la unidad residencial, sino que se responsabilicen del entorno y que estén coordinando con la Policía, porque se conoce que cuatro guardias de seguridad bien coordinados, de las empresas de seguridad privada, equivalen a un policía.

 

Esa fuerza que tiene la ciudad, él sabrá exigirle y vincularla a que contribuya en la seguridad de la ciudad.

 

Francisco Santos es una persona con avidez por la tecnología. Uno de sus sueños que a tantos nos ilusiona es hacer de Bogotá la capital iberoamericana  de la educación a distancia con las herramientas tecnológicas de avanzada, y llevar todas las herramientas tecnológicas a la seguridad.

 

Hemos de verlo identificando las mejores cámaras de seguridad, los mejores procedimientos para su uso, para su administración y para su reposición.

 

Hemos de ver a Francisco santos liderando el otro aspecto, porque no basta la tecnología, se requiere del aspecto humano, liderando la organización de la comunidad de Bogotá para que toda esquina en la ciudad los ciudadanos estén comprometidos a utilizar el teléfono a informar, a denunciar, a trabajar con la fuerza pública.

 

Él es un gran motivador ciudadano, yo sueño anticipando cómo será de importante para Bogotá tener ese jalonador del civismo que es Francisco Santos motivando a la ciudadanía a que coopere con la seguridad.

 

Él tiene un tema muy claro, que la ciudadanía del Estado social de Derecho no es para reemplazar al Estado pero sí para apoyarlo, por eso las redes de cooperantes.

 

Él tiene un tema muy claro, que la seguridad privada en el Estado Social de Derecho no es para superar el monopolio del Estado, pero que hay que exigirle a que cumpla con su deber solidario de prestar el servicio, más allá del local privado que han puesto bajo su cargo.

 

Todo esto nos llena de entusiasmo.

 

Y estoy seguro que Francisco Santos habrá de conseguir los validadores de la seguridad, que tan pronto empiece su tarea como Alcalde y la ciudad empiece a percibir más que resultados, la actitud, el compromiso del Alcalde, la transmisión de ese compromiso a la ciudadanía, a la justicia, a la fuerza pública, el avance en tecnología, eso solo tendrá que crear un alivio en la ciudad y será el primer  validador: el creciente apoyo ciudadano a la actitud del Alcalde en procura de la seguridad.

 

Y después vendrán los otros validadores.

 

El complemento de la seguridad con las políticas de inversión, con el ordenamiento territorial, con sus políticas de movilidad, de educación y de salud, todas de la mano de la política de seguridad, se constituirá en el elemento de los validadores.

 

Esta es una campaña larga, y que bueno que se una campaña larga. Las campañas largas tienen muchas ventajas. Le dan a  la ciudadanía la ventaja de conocer rápidamente a los malos candidatos y descartarlos para que no los sorprenda; las campañas largas le dan al candidato la ventaja de estudiar con la ciudadanía los problemas y soluciones.

 

Uno de los problemas de Bogotá, para no hablar de elementos ideológicos o doctrinarios, ha sido que los alcaldes, algunos de ellos, de los últimos años, han llegado a la Alcaldía a improvisar y a aprender.

 

Es muy grave que se llegue a poner la ciudad a correr albures con la improvisación de los alcaldes como lo ha vivido Bogotá en los últimos años.

 

Esta campaña le permitirá a una persona de orientación doctrinaria clara como Francisco Santos, en un ejercicio continuado de diálogo con la ciudadanía, preparar su gobierno para llegar el 1º de enero, no a demorarse un año aprendiendo ni hacer ensayos de azar todos los días, improvisando, sino a ejecutar por el camino correcto desde la primera hora.

 

Ahí la importancia de seguir esta campaña con esta intensidad.

 

Yo quisiera, al escucharlos a ustedes, lo que le quieren decir al doctor Francisco Santos en materia de seguridad, que miren los siete actores de la seguridad: el Alcalde, la comunidad, las Fuerzas Armadas, la justicia, la tecnología, los validadores, siete actores fundamentales de seguridad, para que entre todos, en ese diálogo entre ustedes y el candidato, entre ustedes, el candidato y  los equipos académicos, vayan ustedes construyendo un programa desde la base comunitaria, encarnado por un líder comprometido como Francisco Santos para devolverle a esta gran ciudad tranquilidad, a fin de que pueda recuperar un ritmo acelerado de progreso.

 

Muchas gracias.