La paz y el perdón no se dan por decreto
Escuchar a Santos el malo, (que contrasentido entre apellido y comportamiento), balbuceando durante la celebración de su SEGUNDO lugar en las preferencias del pueblo colombiano, sobre la campaña faltante y el llamamiento a un comportamiento claro, limpio y sin epítetos insultantes, fue una sorpresa mayúscula; pudimos pensar que a partir del 26 de mayo empezaríamos a recibir información sobre las reales propuestas de un individuo que se pasó 4 años aprendiendo a dirigir un país pero es el peor estudiante que ha tenido la casa de Nariño o el palacio Presidencial, en toda la historia democrática de Colombia.
Le pasa como a la niña que aprendió todo menos el canto. Si tuviese la capacidad de capitalizar los conocimientos, no sería tan reiterativo en seguir cometiendo los mismos errores. Eso fue el domingo y el miércoles siguiente ya se estaba refiriendo a OIZ, como un cínico.
Proyectar en los demás sus propias falencias, es muy frecuente en esos personajes que no tienen la capacidad de autocrítica y por ende una autoestima ínfima que los mantiene apocados y en actitud beligerante Su nivel de comprensión de lo que los demás expresan está cerrado y solo repiten, como loros, lo que les dicta su escasa capacidad de entendimiento.
La paz y el perdón no se dan por decreto; es una condición individual y de convencimiento interno y personal. De no ser así, en Colombia estaríamos en paz desde hace rato: Decreto #XXXXX, después de todos los considerandos y los aspectos históricos y motivacionales aparece el Resuelve que dice: Como hemos venido matándonos, robándonos, secuestrándonos, etc., los unos a los otros durante toda nuestra vida republicana, a partir de la fecha queda prohibido cometer este tipo de acciones y le ordenamos a todas las víctimas de los desafueros de los narcoterroristas que los perdonen y les permitan acceder a cargos de elección popular, puesto que ellos en su fuero profundo están arrepentidos de todos sus crímenes de lesa Humanidad. Comuníquese y cúmplase. Dado en Petrosantbogotá a los 13 días del mes de junio de 2014.
Llegó la paz y el perdón por decreto, de ahora en adelante pongámonos a trabajar para que en menos de veinte años, tengamos a Colombia dentro de los países del primer mundo. Esa es la panacea que nos ofrece el señor Santos y es preocupante que algunos prohombres se la crean.
Yo viví mucha violencia y viví seudo-perdones que perpetuaron la violencia; no es una cesión de principios, ni una claudicación ante los violentos lo que nos traerá la armonía en la convivencia. Para lograr esto se requiere de justicia proba, oportuna y cierta, empleo y educación con salud y vivienda digna; eso no se consigue cuando dentro de la sociedad hay la percepción de que si no hacen lo que quiero me levanto en armas y lo consigo en el mediano plazo.