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La paradoja de la Ocde

Nadie puede negar que el ingreso de Colombia a la Ocde tiene una gran importancia para el país, ya que pertenecer a un selectivo club de buenas prácticas trae señales positivas para Colombia en el entorno internacional. El gobierno nos acaba de anunciar que el ingreso a este organismo será realidad en el año 2017, una vez se hayan cumplido todas las exigencias para la exclusiva membresía. 

 

No hay duda de que la Ocde está conformada por países que son ejemplo en el diseño, ejecución y monitoreo de políticas públicas, y, por ello, vale la pena preguntarse si Colombia en realidad tiene las características de sus miembros, o sencillamente será el patito feo de la historia. Este interrogante es importante resolverlo porque hay actitudes paradójicas del gobierno Santos que cada vez más se alejan de las conductas de los demás socios del club. 

 

Es curioso que mientras en los países de la Ocde se promueve la estabilidad entre quienes formulan políticas públicas, en los últimos seis años hayamos tenido 4 ministros de Agricultura, 5 de Transporte, 5 de Minas y Energía y 5 de Justicia, por solo mencionar algunos. También es absurdo que mientras las buenas prácticas de la Ocde hayan erradicado la desnutrición, en el país mueran decenas de niños por esa causa. 

 

Otra paradoja tiene que ver con los sistemas de ejecución de políticas públicas. Mientras la Ocde aboga por sistemas profesionales de gestión de proyectos, llevamos años de discursos y promesas sin reconstruir Gramalote. Lo mismo ocurre en materia tributaria. Las lecciones señalan que los sistemas impositivos deben promover la competitividad, la productividad, el ahorro, la inversión y la formalización y en Colombia nuestro gobierno perpetua la asfixia tributaria, detonada por el derroche fiscal. 

 

En la Ocde existe una filosofía de promover el desarrollo de los mercados de capital y en nuestra patria el gobierno no se preocupa por expandir las empresas listadas en bolsa, y solo 5 firmas transan más de 5 millones de dólares diarios. Aunque en el selecto club se promueven agendas industriales con valor agregado tecnológico, el gobierno Santos ha carecido de política industrial, y la promoción de exportaciones con valor agregado da vergüenza. 

 

Tenemos un gobierno que habla de la Ocde como una meta, pero no se da cuenta del vergonzoso populismo de proponer bajar los aportes de salud para los pensionados del 12 al 4 por ciento, sin tener la capacidad fiscal para hacerlo. También da grima que se hayan prometido 300 mil nuevas casas gratis, sin tener los recursos. Eso está lejos de ser una credencial de seriedad. 

 

Colombia debe pensar en grande, pero no por un eslogan o una frase vacía. Mientras en la Ocde sus miembros protegen las reglas de juego y el imperio de la ley, en Colombia se moldean según los dictámenes en La Habana, hasta el punto de crear una institucionalidad Ad-hoc por cuenta de una minoría armada.

 

Bienvenida la posibilidad de ver a nuestro país en la Ocde. Pero ojalá más allá de la foto, que es la principal prioridad del gobierno, nos preocupáramos por verdaderamente hacer parte del club del desarrollo.