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La pasarela de la paz

Son muchos los días que los colombianos hemos visto, en nombre de la paz,  desfilar personajes de la farándula internacional y otros que tienen influencia, dinero o manejo de poder, de visita en  nuestro país, por invitación gubernamental o con motivo de alguno de esos eventos que la lagartería transnacional se inventa para viajar por el mundo con el sello VIP (Persona Muy Importante) o ejercitar el turismo humanitario de las ONG, las oficinas de enlace o relaciones públicas, cuyo ejemplo mayúsculo es la ONU.

 

Buena parte de estos personajes es invitada por el Señor del Palacio de Nariño. Entonces ofrecen declaraciones y consejos sobre los diálogos en La Habana para darle “legitimidad” al proceso. Dicen generalidades con las que demuestran ignorar los temas, los problemas de fondo. Bendicen el matrimonio gay del gobierno constitucional y del gobierno fariano, que se autoreconocen como equivalentes. La superficialidad de muchos de las vedettes es vergonzosa. Los resultados son contradictorios, porque el proceso de paz tiene muy buena prensa y opinión en eso que se denomina “la comunidad internacional”, contrario a lo que piensa la mayoría de la ciudadanía colombiana. Nosotros sí lo sabemos, porque  vivimos la violencia y la agobiante espera de justicia, verdad, reparación y no repetición.

 

La más reciente declaración de una de esas personalidades, Jody Williams,”la hippie que llegó a ser Nobel de la Paz”, dice: Para quitar las minas antipersonas, necesitan trabajar con quienes las usaban. En otros países diseñan un plan nacional y van etapa por etapa, desminando, hasta llegar el día en que no hay minas”. Esta verdad de Perogrullo es para descrestar calentanos. Los conocedores dicen que demoraremos 60 años para lograrlo.-

 

Ben Rhodes, Director de comunicaciones de la Casa Blanca, señala que Obama se preocupa porque la negociación llegue a un final feliz. Por eso su primer gesto fue nombrar a Bernie Aronson como enviado especial. Afirma que el conflicto colombiano es el último vestigio de la guerra fría en la región. Como no se firmó el acuerdo, Obama  le dijo a Santos que no se preocupara, lo importante era lograr el mejor acuerdo posible y que buscaría la forma de estar presente para la firma. Por lo transcrito, a Obama no le importa el contenido, sino la forma.

 

El 25 de Enero del año que cursa, el enviado especial de Alemania, Tom Koenigs,  se “despacha” contra Uribe, en una abierta intervención en los asuntos de otro país soberano. Dijo:” hay una oposición de algunas organizaciones y de otros sectores de la sociedad como la del expresidente Uribe y que dice que la vía de la paz se da mejor con armas…. La intención del senador Uribe es hacer fracasar el plebiscito, pero no tengo duda de que todas las áreas de la sociedad tienen que sumarse a este proceso”. Este nuevo Bismarck  está en campaña en favor del plebiscito. No sabe el teutón que este medio de ratificación del acuerdo está en el limbo.

 

En noviembre del 2015 vino Steve Forbes, dueño de la revista que lleva su nombre y consultor. Dijo en una entrevista: “La clave es tener un acuerdo que tenga la aceptación de la gente y que lleve al desarme y a la verdadera paz.  El cambio en la economía una vez el acuerdo suceda será enorme”. Habla de lo que no conoce, y repite un lugar común, pero al menos se atreve a una profecía, para ilusionar a la galería.

 

Desde Estados Unidos, en una entrevista a El Tiempo, noviembre del 2015, Noam Chomsky, filósofo, activista de izquierda y profesor universitario, dijo: “El Plan Colombia militarizó el conflicto y convirtió a las Farc en un grupo guerrillero que tenía programas y ofrecía algo a los campesinos, en otro grupo terrorista que se aprovechaba de ellos……El resultado final es que Colombia está comenzando a funcionar nuevamente. Pero se pudo haber logrado sin ese brutal Plan”. Más adelante señala que el Plan Colombia retrasó el proceso de paz que podía iniciarse mucho antes. Cerca de los 80s, las Farc estuvieron muy cerca de ingresar al sistema político, pero se rompió por la violencia contra la UP”. Chomsky desconoce los actos terroristas de las Farc y recomienda atención a los problemas sociales que provocaron el surgimiento de  la guerrilla. Un alumno avezado, Chomsky, en la escuela de las “causas objetivas” que “explican” el nacimiento de los violentos, vieja manera filosófica de justificar a las Farc y al Eln.

 

El conocido investigador, Francis Fukuyama, de origen japonés, conceptuó en octubre de 2015: “Me preocupa la polarización del proceso de paz, porque si se va hacer algo como esto, se necesita un gran consenso político detrás y eso es realmente lo que está faltando hoy”. El consenso en Colombia podría surgir si no hubiera persecución a la oposición democrática y si los contenidos del hipotético acuerdo, posiblemente inevitable, no fueran contrarios en algunos puntos vitales, a la Constitución y a la democracia.

 

Aldo Cívico, periodista estadounidense y quien visita con frecuencia a Colombia, ha dicho la frase más profunda, competitiva con la de Pambelé. Dijo Aldo Cívico (El Colombiano, agosto 9 de 2015): “Prefiero palabras en el Congreso que balas en el monte”. Obvio de toda obviedad: prefiero estar aliviado, que enfermo. Prefiero ser rico, que pobre. Prefiero ser demócrata que autócrata. Lo que no sabemos es a qué precio evitamos las balas.

 

Kristian Herbolzheimer, miembro de una ONG londinense, cuya labor la ejerce en Colombia en el área de paz, refiriéndose a las pausas, demoras y aplazamientos en los diálogos habaneros: “Las prioridades sobre los ritmos no son tan incompatibles como parecen. En el fondo, a la guerrilla le conviene que el proceso se acelere”. Y añade esta perla de conclusión: ”El gobierno y las Farc trasmiten optimismo. Pronto podrán rubricar el acuerdo del fin del conflicto. El final de la guerra está cerca. Tal vez, incluso, ya haya llegado”. Palabras y deseos de un misionero.

 

“El éxito de la desmovilización depende del modelo económico, porque nuestro modelo volvió a los campesinos más pobres. Hay que fortalecer el campo y apoyar las pequeñas empresas porque los desmovilizados salen a ocupar todos los escenarios”. Así se expresó Nidia Díaz, exguerrillera de El Salvador, diputada, quien visitó Colombia en Febrero de 2016, invitada por la ONU y la U. Nacional. A su consejería habría que conocer explícitamente, el modelo económico agrario de las Farc, que hasta ahora se sostiene sobre la base de propiedad de la tierra y no en un empresariado con tecnología y relaciones laborales industriales. El modelo fariano se asemeja al de Ospina Pérez (1946): fundo familiar con casa y vaca lechera.

 

Roelf Meyer, sudafricano que trabajó al lado de Mandela, dijo en su visita en mayo de 2015: “La paz de un país se logra solo cuando ganan todos”. Agregó más adelante y después de una exposición de las características propias del caso sudafricano, que tuvo como pilares del conflicto la lucha racial y la condición de colonia europea heredada: “En Sudáfrica, una vez llegamos al acuerdo, ni siquiera tuvimos que llamar a referendo porque estábamos satisfechos con lo logrado y fue aprobado con la primera elección democrática en 1994, al elegir a Nelson Mandela”.

 

En Colombia sabemos escuchar las experiencias ajenas. Nuestra violencia revolucionaria no tiene raíces étnicas o raciales, ni tinte religioso ni tampoco de regiones por su independencia. Las ideologías construidas con base en el odio de clase y en la eliminación del otro y del sistema democrático, han catapultado a los portadores de los fusiles de quienes se ufanan de ser nuestros salvadores y redentores del pueblo. Eso es lo que no entienden los conferencistas y los misioneros del nuevo humanitarismo. Lecciones traen, lecciones deberían llevar.