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La plata de las Farc

¿Nos vamos a creer el cuento de 'Iván Márquez' de que las Farc están en la inopia?

 

Una verdadera revelación hizo el jueves en Medellín el presidente Juan Manuel Santos, cuando aseguró que su gobierno está comprometido en ubicar dónde tienen las Farc escondida su fortuna, que ha trabajado en ello con la inteligencia británica y con autoridades suizas, y que “si encontramos que tienen plata, y yo creo que sí tienen plata (…), se la incautamos”. Sostuvo además que su administración no permitirá que esos fondos sean usados por las Farc para hacer política una vez dejen las armas.

 

El anuncio presidencial ocurrió pocas horas después de que el Departamento de Estado en Washington sostuviera –en el capítulo de Colombia de su informe anual sobre derechos humanos– que durante el 2015 las Farc siguieron traficando cocaína y secuestrando, no obstante el cese de hostilidades unilateral decretado a mediados del año por sus comandantes. Es evidente que, más allá de respaldar el proceso de negociaciones, el Gobierno estadounidense está inquieto porque las Farc no se hayan salido ni se vayan a salir del narcotráfico.

 

Los negocios del grupo guerrillero están en la mira. El prestigioso semanario ‘The Economist’, que también ha respaldado el proceso de La Habana, dedicó un artículo al asunto en su edición de este viernes. Señala que es uno de los contenciosos que frenó la firma del acuerdo, pactada para el 23 de marzo. Aunque sus finanzas decayeron tras las derrotas militares de la década pasada, un documento del gobierno de Santos, que el semanario cita, revela que los bienes de las Farc ascendían en el 2012 a más de 10.500 millones de dólares (unos 33 billones de pesos de hoy), cantidad que pondría a ‘Timochenko’ & cía. en la lista de multimillonarios de la revista Forbes, codo a codo con las mayores fortunas del país.

 

Con esos fondos quedarían cubiertos entre un tercio y la mitad de los costos previstos por el Ministerio de Hacienda para reparar a las víctimas del conflicto, la mitad de las cuales, según las cifras del Gobierno, fueron causadas por las Farc. Nada mal, siempre y cuando las investigaciones que menciona Santos permitan ubicar esa plata. Pero eso no pinta fácil. Aparte de la cocaína, hay tierras a nombre de testaferros, intereses difíciles de cuantificar en minería ilegal, así como inversiones en las bolsas y en paraísos fiscales.

 

Para mencionar apenas un ejemplo de la dificultad de esta labor, basta señalar que es casi imposible recuperar los dineros producto del delito, escondidos en paraísos fiscales. Y eso, a pesar de las revelaciones que viene haciendo un consorcio internacional de periodistas en la investigación conocida como los papeles de Panamá. Destape que continúa en la prensa de muchos países del mundo, pero que en Colombia, donde arrancó con ímpetu y el señalamiento de varias personas, parece haber sido frenado. ¿Será que no hay más nombres importantes? ¿O será que algunos son tan importantes que eso mismo frenó la publicación?

 

Pero ese es otro asunto. En cuanto a la plata de las Farc, ante lo lioso que resulta ubicarla lo mejor sería que la propia guerrilla destapara dónde la tiene y la entregara para la reparación de las víctimas. ¿No se supone que eso es lo que le corresponde a un grupo que quiere dejar atrás el delito y asumir la legalidad? Suena muy ingenuo, pero debe ser una exigencia elemental del Gobierno en la mesa de La Habana. ¿O nos vamos a creer el cuento de ‘Iván Márquez’ de que las Farc están quebradas y poco menos que en la inopia?

 

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Inaceptable. El país debe rechazar de plano el intento de las directivas del Partido Liberal de reclamar para esa colectividad el cargo de Fiscal General. Si ese organismo judicial, que ya viene bastante desprestigiado, se convierte ahora en botín de un partido –el liberal o cualquier otro–, es el apaga y vámonos.