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Medios y periodistas descabellados

Es triste la situación de Venezuela en todos los campos, pero hoy me enfocaré en lo que sucede con los medios de comunicación y los periodistas y lo que sucede acá en el mismo campo. Mirarnos en el espejo venezolano puede servirnos para vislumbrar hasta dónde puede llegar la situación del periodismo colombiano y reaccionar antes de que sea demasiado tarde.

 

La primera andanada contra un medio venezolano fue la decisión de Hugo Chávez de no renovarle la licencia a Radio Caracas Televisión, RCTV, en 2007. En marzo de 2008 fue la reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa, SIP, en Caracas. Y por primera vez en su historia, el presidente del país anfitrión no estuvo en la ceremonia inaugural, sino que hizo un foro alternativo con medios ideologizados a su medida. Hicieron manifestaciones contra los medios afiliados a la SIP, tratándolos de oligárquicos. Llegaba el futuro negro para toda la prensa venezolana, no solo para RCTV.

 

¿Cuál fue el error de los venezolanos? Quizá no ser lo suficientemente solidarios con RCTV y su director, Marcel Granier. Los venezolanos antichavistas ya sabían lo que era votar en contra de Chávez: estar en una lista negra que hacía que les negaran trabajo no solo en empresas estatales sino en las privadas. En este último caso, por miedo a las represalias del régimen.

 

Nadie en Caracas se atrevía a hablar porque no sabía si su interlocutor era espía del chavismo. Y los políticos, no únicamente los empresarios, se marginaron del activismo y dejaron crecer el monstruo.

 

Cuando alguien confiaba en uno y sabía que era de Colombia, le decían: “Mándennos a Álvaro Uribe y nosotros les enviamos a Chávez”.

 

Y siguió una sutil mordaza a los medios a través de negarles las licencias de importación de papel periódico. De varios países, Colombia incluida, se les ha mandado papel.

 

Luego, Maduro el inmaduro, les prohibió a los directores de los medios salir de Venezuela. Y el miércoles, el descabellado Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, resolvió que los edificios de El Nacional, el principal diario venezolano, no podían ser vendidos, donados o cedidos. Tomó esta medida, sin que medie un fallo judicial, porque El Nacional reprodujo una información de El País de España en el que un antiguo colaborador suyo dijo que este realizaba actividades ilícitas internacionales. El Nacional tiene, además, una multa de mil millones de bolívares. Cabello también amenazó al diario español y a cualquier otro que hablara contra él. Recordemos a NTN24 de RCN.

 

Pero esto no es todo: los medios venezolanos están sometidos a censura. No pueden publicar la realidad de lo que sucede en su país sino lo que el gobierno permita. La medida de impedir la venta o enajenación seguramente es la antesala de la expropiación. En los regímenes comunistas, los medios son oficiales y publican lo que convenga al régimen. Baste leer a Granma de Cuba. La libertad de prensa en Venezuela está agonizante.

 

¿Y qué pasa acá en Colombia? Los periodistas que no están de acuerdo con el proceso de paz de La Habana, aunque quieran la paz, son silenciados o amenazados: Ricardo Puentes Melo tuvo que abandonar el país en condiciones muy precarias. Esta semana que termina, Darío Acevedo Carmona fue amenazado y prefirió dejar de escribir en El Espectador. En mayo de 2012, Fernando Londoño fue víctima de las Farc con una temible bomba lapa. Él mismo denunció en La Hora de la Verdad del pasado viernes 21 que también están amenazados Jesús Vallejo Mejía, Eduardo Mackenzie y Plinio Apuleyo Mendoza. Y hay otra lista en la que estamos incluidos. (Ver columnas de ANNCOL).

 

Pero hay algo más triste: los miles de millones que el Gobierno Nacional invierte en publicidad en los medios para mantenerlos callados, la mermeladita pagada por todos los colombianos. ¿Dejarse enmermelar es ético? No creo.

 

Y algo peor: los miles de millones que ciertos poderes pagan a analistas y columnistas para que escriban lo que les conviene a esos poderes. ¿Dónde quedan la ética y la credibilidad? ¿Dónde la libertad? ¿Dónde la búsqueda de la verdad, esencia del periodismo?

 

Muy peligroso lo que pasa en Venezuela e igualmente peligroso lo que pasa en Colombia. Duele la indiferencia de tantos que solo llorarán cuando ya sea demasiado tarde y Colombia sea la esquina preferida del castrochavismo que sigue los pasos de Marx, Lenin, Stalin y de un modelo soviético que fracasó pero resurge con fuerza en Latinoamérica.