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Monseñor: ¿anarquista quién?

Hace pocos días Monseñor Darío de Jesús Monsalve, otro de los pastores del Episcopado que a veces parece más cerca de los lobos que de las ovejas, tildó al expresidente Uribe de anarquista, saboteador, subversivo y criminal, porque se atrevió a criticar los supuestos "acuerdos" en La Habana.

Haber igualado a los delincuentes con los ciudadanos y el Estado, y confundir como afán guerrerista el derecho de la sociedad a defenderse de quienes la atacan, es más peligroso que los problemas que Monseñor y todos queremos resolver. Confundir la paz con el apaciguamiento a cualquier precio es sembrar una guerra peor que la que tenemos. El Monseñor que cita a Gandhi para recordarnos que "los medios son a los fines como el árbol a los frutos", curiosamente sataniza a quien de verdad aplica esta recomendación a la hora de actuar y no solo al hablar.

Monseñor. Denos una pistica para saber cuándo y qué le tenemos que creer cuando habla.

El Monseñor a quien la baja del asesino y capo narcotraficante "Alfonso Cano" tanto le dolió, pues según él era un "pobre viejo de 60 años, herido, ciego y solo", se atreve a llamar anarquista a quien en todo su derecho visibiliza su desacuerdo con el peligrosísimo arrodillamiento al que el Gobierno actual está sometiendo al país, a sus ciudadanos y a sus instituciones. Se le olvida a Monseñor que la obediencia suprema es la regla en su organización, pero que los laicos no tenemos que arrodillarnos ni besarle el anillo a nadie que no queramos, y que la fe es para con Dios y los santos, pero no para con usted ni con Santos.

Ahora resulta para Monseñor que es anarquismo denunciar las autorizaciones ilegales al capo "Timochenko" para encontrarse con los otros capor en La Habana, y lo califica de "novela" malintencionada. Pero se le olvida al "pastor" que en 2012 dijo: "si un sistema jurisdiccional no es independiente de los demás poderes, no es eficiente y oportuno. Lo primero que tiene que hacer Colombia es no permitir la destrucción del sistema de justicia".

Monseñor. Denos una pistica para saber cuándo y qué le tenemos que creer cuando habla.

Si lo que dicen los superiores administrativos es verdad absoluta y no estar de acuerdo conceptualmente con ellos es ser anarquista ¿no será usted el peor de los anarquistas? ¿Será que su postura generosa y conciliadora con los homosexuales es entonces anarquía pura? pues Gerhard Muller, prefecto para la Doctrina de la Fe, dijo: "No me importa si algunos no están de acuerdo con mi opinión. Yo digo lo que quiero y, sobre todo, lo que debo decir como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe: la Iglesia no puede reconocer a las parejas homosexuales". Pero también dijo usted que: "No es que haya divisiones en la Iglesia, pero sí diferencias de enfoques y conceptos de la moral" ¿Entonces la discrepancia es válida para usted pero para los demás es un signo de anarquía?

Monseñor. Denos una pistica para saber cuándo y qué le tenemos que creer cuando habla.