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Necesitamos la verdad

Tal y como lo he repetido en muchas ocasiones, lo que nos han contado en relación con el Aeropuerto del Café, ha sido solo una ínfima parte de la verdad.

 

Pero además la verdad acomodada a los intereses perversos de unos pocos que se sienten dueños de esta región, y que han dispuesto de ella y de sus empresas como han querido, siempre protegidos por la lenidad de la ley y de los órganos de justicia que hacen oídos sordos cuando los delitos son cometidos por los mismos dominantes.

 

A medida que se analizan los documentos, actas, contratos y demás evidencias recolectadas durante algunos años, y obtenidas a la fuerza de la ley, vamos entendiendo por qué entidades como la Cámara de Comercio han hecho hasta lo imposible por ocultar esas evidencias, y por qué la Corporación Cívica de Caldas ha ejercido toda clase de presiones para involucrar a actores diferentes a los verdaderamente responsables por los errores cometidos en el proyecto.

 

Y la razón no parece ser otra que la de encubrirse y evadir la altísima responsabilidad que les atañe. De ahí que, curiosamente, en los procesos abiertos por la Contraloría General de la República en contra de más de treinta personas que poco o nada tuvieron que ver con el Aeropuerto, no estén involucrados entidades y personajes como la misma Cámara de Comercio de Manizales, el Comité de Cafeteros de Caldas, Gilberto Saffón Arango, Bruno Seidel Arango, Emilio Echeverri Mejía, Sandra Morelli Rico, Gildardo Armel Arenas, Felipe Calderón Uribe, Germán Cardona Gutiérrez y otros más que iremos destapando con el tiempo, y que pondremos en conocimiento de la comunidad con los documentos respectivos.

 

En principio hay que decir que Gilberto Saffón Arango fue el presidente de la Corporación Aeropuerto de Palestina durante el tiempo de su vida jurídica. De esa Corporación salieron los estudios y diseños del Aeropuerto, la compra y venta de lotes, las construcciones iniciales y muchos otros procesos de lo que hoy es Aerocafé y de los cuales se desprendieron las contrataciones de los terraplenes y demás obras que hoy apreciamos y que la CCC se encargó de satanizar. Pero, ¿para qué  satanizar el proyecto? Para tender una cortina de humo y encubrir la responsabilidad de Saffón, (esposo de su presidenta), y de otros actores curiosamente miembros o fundadores de dicha Corporación Cívica. Es decir, para generar impunidad en sus asociados, mientras personas inocentes tienen que soportar embargos, procesos penosos, degradaciones públicas, deshonra y persecución judicial, política y social.

 

Lo que vamos encontrando en los documentos de Aeropalestina es aterrador. Miremos dos ejemplos que, aunque siendo irrelevantes y jurídicamente válidos, nos pueden servir como abrebocas de todo lo que iremos destapando: en el acta Nro. 047 de  diciembre 5 de 1991, consta: “El señor Presidente (Gilberto Saffón) se permite proponer que la Corporación alquile un parqueadero, en el centro de la ciudad; igualmente propone que la Corporación cancele a partir del 1º de septiembre la cuota de sostenimiento mensual de la Corporación Centro Manizales, correspondiente a la acción de propiedad del señor Gerente. Los asistentes a la reunión comisionan al señor Presidente (el mismo Saffón) para que estudie esta propuesta y lo autorizan (al mismo Saffón) para que tome la decisión que considere pertinente.” Es decir: yo propongo, yo me comisiono y yo me doy facultades para determinar. Simplemente pregunto: ¿qué pasaría si alguno de los demás mortales de esta región, (que no se encuentre bajo la protección y la connivencia de la CCC) se autodetermina el privilegio de que, con los recursos públicos, se paguen las actividades lúdicas personales de sus amigos? ¡Lo muelen!

 

Segundo: en mayo de 1994, ante la renuncia de Bruno Seidel Arango a la gerencia de Aeropalestina, se nombra al señor José Fernando Salazar E., quien asume entonces la dirección de la entidad. Estaba ya constituida la trinca Saffón-Seidel-Salazar. Pero, ¿qué tiene esto de raro? ¡Nada! Si no fuera porque 20 años después, al asumir Bruno Seidel Arango como gerente de la Industria Licorera de Caldas, coincide el nombramiento de José Fernando Salazar como miembro de la Junta Directiva y se procede a contratar a Gilberto Saffón Arango, a través de la firma Integral Ltda., para una actividad cuestionada por inútil y  en donde puede haberse constituido un acto ilícito o antiético con dineros públicos. (A propósito: no sé si es también mera coincidencia, pero desde el año 1993 el proyecto del Aeropuerto se ve relacionado con una firma llamada Integral Ltda., domiciliada también en Medellín,  que se encargaría de los estudios financieros y presupuestales del aeropuerto. ¿?)

 

Estas son simplemente dos anécdotas relacionadas con el Aeropuerto, que dejan un poco al descubierto la forma como algunos prohombres de Manizales proceden, amparados en el temor de denuncia de la gente y en la complicidad que les genera el haberse apoderado de las entidades gremiales y de arrogarse las facultades de decidir por la mayoría, ante la genuflexión y el silencio de los demás coterráneos.

 

Si la vida nos alcanza y el medio lo permite, iremos contando en este espacio más detalles de este y otros proyectos caldenses que se han visto frustrados, dilatados o detenidos, por la presencia de los mismos protagonistas y sobre los que estamos haciendo un seguimiento exhaustivo, con la ilusión de que la sociedad reaccione al conocer en manos de quiénes hemos estado durante tantos lustros. El pueblo caldense necesita conocer la verdad; el pueblo caldense necesita reconocer quiénes son sus verdaderos líderes, así como quiénes han sido los culpables reales de la debacle; el pueblo caldense necesita recomponer su camino y darse cuenta de que no es haciendo lo mismo, ni con los mismos, ni dejándose engañar de los mismos como puede recuperar el espacio que nos han usurpado algunos personajes que, en lugar de arrepentirse, exigen pleitesía, venias y loores en todos los estadios económicos y sociales. En resumen: necesitamos la verdad.

 

@titepava