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Obama no pudo entender a putin

“Los pacifistas son como ovejas que creen que el lobo es vegetariano”. Yves Montand

 

Aunque la cita aplica para el actual proceso de paz en Colombia, no me estoy refiriendo a ello. Por ahora.

 

Uno entendería que un activista comunitario que fue adoptado por la maquinaria política de Chicago para convertirlo en presidente de E.U., más por los errores de su antecesor que por sus propios logros, no fuese capaz de comprender en poco tiempo la mente estratega y aguzada de un exagente de la KGB.

 

Aunque para ser elegido candidato del partido Demócrata y luego presidente de E.U. hay que saber jugar duro y sin mucha profilaxis que digamos, engañar a algunos y dejar ilusionados a muchos, sus capacidades en estos terrenos palidecían al lado de un curtido jugador como Vladímir Vladímirovich Putin, un experto luchador de Sambo, arte marcial desarrollada en la URSS para sus fuerzas especiales como herramienta para el combatiente sin armas, que era exactamente la misma condición de una Unión Soviética que venía colapsando por el inevitable fracaso que se incuba desde su origen el modelo comunista.

 

Que en sus primeros cuatro años no fuese capaz de entender a su rival, cosa imperdonable para un presidente de E.U. y así no haya sido el primero, está en el rango de lo posible, ya sea porque su capacidad analítica resultó ser un obstáculo irremediable, o porque su ego mezclado con idealismo lo hizo impermeable a las recomendaciones de quienes verdaderamente diseñan la política exterior.

 

Pero que en dos períodos presidenciales no hubiese aprendido a leer al líder ruso, confunde, porque solo se explica si ha sido el presidente estadounidense peor asesorado de la historia reciente o el más vanidoso desde 1789.

 

Ahora es evidente que Obama ha quedado perplejo ante las acciones rusas en Siria.

 

Obama nunca pudo entender que el objetivo de Putin no era propagar el comunismo sino que la finalización de la Guerra Fría, la peor catástrofe geopolítica de la historia rusa, debía corregirse de alguna manera sin aspirar a volver a ser una superpotencia global, pero al menos recuperando áreas de influencia regionales y al mismo tiempo amarrarle las manos al gobierno estadounidense.

 

No parece haber aprendido que el territorio no tolera el vacío de poder y mucho menos cuando se confronta a un rival que entiende el juego como de suma cero, en donde la torta no crece y por lo tanto lo que uno gana es porque otro lo pierde.

 

Putin picó en punta ante un jugador como Obama que cree que sus rivales cambiarán su forma de ser y se volverán buenos en el camino, como Irán, Cuba o los guerrilleros colombianos, y que por una aterradora incompetencia no entiende que frente a un sujeto como Putin, no avanzar es retroceder.

 

La sangre que correrá en Siria tal vez le permita comprender algo de esto, pero sus manos quedarán tan atadas en el nudo ciego que es Siria, que será chantajeado por Putin para que levante sanciones a Rusia por su intervención en Ucrania, a cambio de una menor actividad rusa en Siria.