Durante la sesión plenaria del Consejo Nacional del Grupo Financiero Banorte en el DF, el abogado asegura que “se necesita determinación política” para enfrentar al narco y que cuando ésta se da con “fuerza y vigor”, todo lo demás se va resolviendo.
El ex presidente colombiano Álvaro Uribe (2002 a 2010) ataja la pregunta y explica la razón: “No me atrevería a dar recomendaciones sobre seguridad a México; tengo mucho respeto por el país”.
No obstante afirma que para enfrentar la inseguridad y el narcotráfico, “se necesita determinación política”, y que cuando ésta se da “con fuerza y vigor en los niveles superiores del Estado, todo lo demás se va resolviendo”.
Voltea de un lado a otro. Sabe bien que tiene otros oyentes que participan en la sesión plenaria del Consejo Nacional del Grupo Financiero Banorte que optaron por no moverse de su lugar ni
ir por un café durante uno de los recesos de la reunión.
Eleva la voz y suelta el mensaje:
“México, en su lucha contra la inseguridad, ha logrado un gran predominio de la institucionalidad democrática que pudo estar amenazada.”
Alguien dice a mi espalda: “Ya ves, México no es un Estado fallido”. El abogado colombiano, que ahora busca una vez más ser senador en Colombia, mastica unos dulces típicos y con su mirada dirigida aparentemente a quien hizo el comentario, agrega: “Por muy buenas que sean las reformas económicas y sociales, sus resultados se frustran en cualquier país que no da seguridad a sus ciudadanos. Sin seguridad, es muy difícil que alguna reforma en cualquier país produzca buenos resultados”.
Uribe estudió marxismo, maoísmo, las revoluciones cubana y china, y una especialidad en negociación de conflictos. Impulsó el criticado Plan Colombia para combatir, con apoyo de Estados Unidos, el narcotráfico en su país, y se convirtió en el aliado más importante del entonces presidente George W. Bush en América Latina.
Frente a sus nuevas aspiraciones políticas, se le ha acusado de ser la cabeza visible de organizaciones paramilitares y de escuadrones de la muerte, en su país.
Es un crítico mordaz y ácido del actual presidente de Colombia, Manuel Santos, quien fue su ministro de Defensa, y también de Nicolás Maduro, el gobernante de Venezuela que sustituyó a Hugo Chávez.
Advierte que el presidente Santos puede lograr acuerdos con el grupo de las FARC que “no se traducirán ni en paz ni en progreso para el país… No se puede pretender la paz ofreciendo impunidad al terrorismo… La democracia colombiana no puede negociar las instituciones políticas ni el tema agrario con el terrorismo”.
En la Habana, Cuba, a la misma hora de la entrevista, se anunciaba que el gobierno colombiano y las FARC acordaban la participación del grupo guerrillero en política.
Usted ha exhortado a los mexicanos a no caer en el fatalismo, porque no nos va tan mal…
Lo que pasa es que veo cosas muy buenas en México. Está caminando muy rápidamente para ser el proveedor de manufacturas de valor agregado más importante del mercado de Estados Unidos, por encima de China… México le ha dado al mundo una señal clara de ser capaz de romper el radicalismo partidista para encontrar consensos, y está adelantando unas reformas que se miran con mucho optimismo desde fuera. El Pacto por México desde afuera se aprecia como un hito… Me parece que demuestra que hay calidad institucional, que la institucionalidad democrática de México ha sido capaz de superar el radicalismo partidista que obstruye la dinámica institucional.
Pero vemos que la inseguridad causada por el narcotráfico no cede. Ahí están los acontecimientos en Michoacán y en Tamaulipas…
No me atrevería a dar recomendaciones a México. Lo que creo, en términos generales, es que independientemente de las leyes que se necesiten para fortalecer la seguridad y de la logística que se necesite aplicar, lo más importante es tener determinación política.
¿Se debe negociar con los narcotraficantes? ¿Es una solución al problema de la inseguridad?
Los países democráticos tienen en su norma jurídica mecanismos de sometimiento del crimen hacia la ley. Incluso, bajo ciertas condiciones, se ofrecen reducción de sentencias o excarcelación después de un periodo cumplido en la cárcel bajo los lineamientos del código penal… Es un tema de sometimiento a favor de la justicia, pero cuando se negocia con ellos, como lo hace el presidente Santos, el terrorismo termina por someter al gobierno a sus caprichos; somete la justicia a sus intereses.
Al ex presidente Uribe lo han intentado asesinar una y otra vez. El 7 de agosto de 2002, cuando tomaba posesión de la Presidencia, las FARC lanzaron 14 obuses contra la Cámara de Representantes, donde se realizaba la ceremonia. Murieron 19 personas y se registró un centenar de heridos.
Durante su gestión negoció con los guerrilleros una tregua para reducir la violencia en su país. A mediados de 2007 el gobierno ordenó la liberación de 177 guerrilleros, entre ellos Rodrigo Granda, uno de los principales líderes de las FARC.
Usted negoció con las FARC, pero ahora es un feroz crítico de las negociaciones por la paz del presidente Santos y las FARC…
El actual presidente gobierna con una plataforma muy distinta a la que ofreció al electorado. Se comprometió a un gobierno con nuestra plataforma de Estado y hace todo lo contrario y eso es grave para la democracia. Llevamos tres años de deterioro en la seguridad. En la última semana hubo una “pesca milagrosa” (secuestros masivos) de todos los pasajeros de 200 vehículos y asesinaron a 5 policías… No se puede negociar con un grupo terrorista cuando sigue aumentando la violencia.
¿Es conveniente legalizar el consumo de mariguana?
Colombia tiene una norma constitucional razonable: al consumidor no hay que llevarlo a la cárcel sino rehabilitarlo; al distribuidor sí hay que encarcelarlo. El país discriminalizó el consumo de la mariguana hace años, pero no legalizó su consumo. No creo en ese paso, porque legalizar la mariguana implicaría legalizar otras mil 800 drogas ilícitas. En Colombia hay evidencia científica que dice que la mariguana y otras drogas “suaves” conducen a la adicción de drogas más “fuertes”. Creo que esa legalización es una conducción a la esclavitud de las personas hacia las drogas.
El político solo interrumpió en una ocasión la breve entrevista para responder un mensaje a través de su celular. No quiso abundar sobre el estilo de gobernar y el liderazgo del presidente Hugo Chávez, pero soltó su posición radical.
Dijo que “ellos” enarbolaron una política social y un discurso sobre el nuevo comunismo, y “eso atrajo mucho, porque iba acompañado de donaciones, estímulos y subsidios”, pero que ese régimen ya “demostró su fracaso”, porque cuando se eliminan los valores democráticos y la iniciativa privada, “esas políticas sociales se vuelven insostenibles y no creo que algún país esté interesado en seguir el modelo”.
Uribe fortalece su visión con cifras, para que “los jóvenes lo vean con mucha atención y sepan qué pasa cuando se elimina la iniciativa privada”.
Apuntó: “Venezuela era un país con una deuda de 34 mil millones de dólares; ahora llega a 200 mil millones. El presidente Chávez se ufanaba de tener 60 mil millones de dólares en reservas monetarias internacionales (él manejaba 30 mil millones y el banco central otros 30 mil millones), y ahora el Fondo Latinoamericano de Reservas afirma que tiene 22 mil millones y solo 900 millones son líquidas. Era un país con 4 mil asesinatos al año y ahora con 22 mil; con 62 secuestros y ahora más de mil 200. El liderazgo funcionó hasta que agotó el dinero; la dictadura venezolana es un fracaso claro”.
Antes de despedirse lanza una observación-sugerencia: “La democracia del continente debe proteger a María Corina Machado, a Enrique Capriles y a Leopoldo López, líderes de la sociedad venezola contra quienes descarga su fracaso el presidente Nicolás Maduro”.
FUENTE: milenio.com