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Tragedia anunciada

Lo sucedido en la mina de Oro de Santander de Quilichao fue una tragedia anunciada. Había sido declarada ilegal y ordenado su cierre, orden que no se cumplió.

 

En la Alcaldía de ese segundo municipio del Cauca se dijo que la persona encargada de cumplir dicha orden fue amenazada de muerte y debió retirarse del cargo. Sin embargo, la mina siguió operando ante los ojos y oídos de la municipalidad, que se abstuvo de tomar cartas en el asunto y permitió que la explotación continuara, en una especie de complicidad que ojalá fuera investigada.

 

La presencia de las nefastas retroexcavadoras denotaban que algo raro estaba sucediendo, amén de la cantidad de mineros que llegaron de la noche a la mañana a los corregimientos aledaños. Todo esto se sabía y el rumor que corría por las calles quilichagüeñas era que la narcoguerrilla manejaba la operación. Sin embargo, las autoridades nada hicieron. Y uno se pregunta: ¿dónde estaba la mencionada Alcaldía? ¿Dónde la Gobernación? ¿Dónde la autoridad ambiental del Cauca? Y si el problema les quedó grande, ¿por qué no recurrieron al Ministerio del Medio Ambiente y al ministro del Interior, caucano para más señas?

 

Ni lo uno ni lo otro. Debió presentarse la tragedia, 12 o 14 muertos, para que el país, con asombro y repugnancia, se enterara de semejante situación que ahora se está medio atendiendo y ante la cual los funcionarios han ido apareciendo rodeados de camarógrafos y de escoltas. ¿Ya para qué?

 

Por si no lo saben, Santander de Quilichao es el lugar con el mayor consumo de heroína en Colombia, es otra bomba de tiempo. Está rodeada de cultivos ilícitos y plagada de bacrimes, guerrillos y paras, dedicados al narcotráfico y ahora a la explotación del oro.

 

Nada se saca con bombardear retroexcavadoras y hacer presencia militar represiva si no se toma conciencia de lo que sucede en este municipio, limítrofe del Valle del Cauca, y se plantean soluciones sociales de esas que tanto promete el presidente candidato.

 

FUENTE: El Espectador