Ayer, Álvaro Uribe fue heladero por unos minutos.
Para sorpresa de muchos, el actual candidato al Senado por el Centro Democrático se dirigió a la heladería Popsy y, con su usual sencillez y acento paisa, pidió a Dayana Villamizar Cervantes, una de las encargadas del local, que le vendiera un helado light.
“Le serví un vaso de dos sabores, vainilla y frutos del bosque”, contó emocionada Villamizar y relató que al recibir su pedido Uribe cogió una canasta de plástico vacía, la volteó y se sentó en la entrada del lugar a degustarlo.
“Lo hizo de manera muy natural. La gente se amontonó, se tomó fotos y le hablaban en medio de periodistas y del personal que lo acompañaba”, expresó la mujer de 26 años, oriunda de Galapa, Atlántico.
Apenada, contó que cuando recibió un billete de 50 mil pesos por los primeros conos, ella lo revisó, como suele hacer a diario por políticas de su oficio.
“Se estaban riendo, pero yo estaba nerviosa de ver tanta gente y eso de revisar los billetes es algo que hago siempre”.
Esa tanda la pagaron los candidatos al Senado Jaime Amín y a la Cámara por el Atlántico Luis Lorduy.
Minutos después, cuando terminó de hablar con la gente y de comerse sus dos bolas de helado, Uribe entró al punto de venta y le pidió a Dayana que le permitiera repartir unos.
“Nos dijo que le explicáramos cómo se servían los conos, y lo hizo con los primeros dos. Luego nosotros se los íbamos pasando para que él los entregara personalmente a las personas que estaban allí”, explicó la joven y recordó que Uribe llamaba a su equipo de seguridad para entregarles los conos.
En total fueron 60 helados los que se repartieron, incluyendo los que recibieron los espontáneos que llegaron a saludarlo. La factura fue de 188.600 pesos.
Entre risas, la vendedora dijo que es la primera vez que despacha esa cantidad de helados en su primera hora de trabajo y explicó que a ellas no les permiten que nadie entre al punto de venta, pero el caso de Uribe sirviendo helados fue “algo excepcional”, que le sirvió de ancla para atraer clientela.
Horas después de la sorpresiva visita, la gente seguía llegando y preguntaban quién había atendido al expresidente. “Ahora me molestan diciendo que me volví famosa”, dijo Villamizar quien trabaja en Popsy desde hace un año y ocho meses. “Soy tímida pero fue de verdad emocionante conocer a un personaje como él”, concluyó la vendedora.