Los responsables de la dictadura venezolana dieron la orden de disparar contra los manifestantes que expresan su rechazo a la terrible situación de desabastecimiento a la que ha llevado al pueblo del país vecino la ecuación del desastre (igual a marxismo más corrupción) que encarnan Chávez, sus herederos Maduro y Cabello, y la corte de beneficiarios de esta tragedia.
Los “revolucionarios”, que dicen servir al pueblo, siempre resuelven con violencia las justas reivindicaciones de los ciudadanos, quienes pagan las consecuencias del modelo económico y de la ineptitud y el dolo de estos tiranos. Así sucedió en la antigua URSS; Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Rumanía, la República Democrática Alemana, China, Cuba, y donde quiera que estos individuos han impuesto su dictadura.
La historia enseña que, desafortunadamente, no siempre la protesta popular tumba a un régimen que oprime con violencia a su gente. El que aquel se derrumbe depende también de otros factores como su fortaleza y cohesión internas, y el soporte de pares internacionales; y estas premisas valen también para los sectores que constituyen el pueblo.
La dictadura venezolana es incapaz y corrupta en sumo grado. La estulticia del presidente Maduro es de manual. La crisis económica lo ha desnudado irremediablemente, como lo prueba su respuesta sobre el futuro de la hacienda de su país: “Dios proveerá”. Y, precisamente, Diosdado Cabello, líder de un sector importante de los militares, ha sido denunciado por su antiguo guardaespaldas como el jefe del más importante cartel del narcotráfico de Venezuela, socio de las Farc.
La crisis puede enfrentar a estos dos individuos y un golpe militar en el interior del gobierno bolivariano, no es descartable; dependería de la fortaleza de Cabello en la dirigencia de las Fuerzas Armadas y de la lealtad que en ellas pudiese tener Maduro. Pero puede haber un tercer sector que no está de acuerdo con los manejos actuales y se decida poner fin al régimen. Requeriría ese grupo último del apoyo popular mayoritario. Existe, no obstante, otro escenario: el temor logra cohesionar a los bandos del régimen y aseguren así el control de las Fuerzas Armadas. Aquí no quedaría otra alternativa que la resistencia, en principio, civil, que eventualmente podría ser prolongada. Que pueda tomar formas más beligerantes, es imposible de predecir, pero no es descartable, desde el punto de vista del análisis político. Pero esos niveles de resistencia requieren de preparación, recursos, apoyo, variables de las que carezco de información para hacer un análisis razonable.
Y aquí hay que preguntarse ¿cuál es la fortaleza y cohesión de los ciudadanos venezolanos? La oposición ha estado dividida y si no se une, será presa de la represión y el ímpetu del pueblo será aplastado. Los sátrapas cuentan con cierto apoyo, cada vez menor, en la sociedad venezolana. Si he percibido bien el contexto, únicamente grupos del lumpen, revestidos de paramilitares, estarían por el mantenimiento del régimen, con cierta disposición a defenderlo. Y éstos, como determinados sectores de la burguesía, terminan por ser definitivamente leales sólo a sus propios intereses. En una agudización de la confrontación social, podrían ser eficaces al principio y exclusivamente en el caso de que perciban que sus patrones ganarán.
En síntesis, es probable que la dictadura continúe, si sectores militares importantes no se rebelan y tienen el apoyo del pueblo, que debe estar unido. Pero, puede ocurrir, también, que la movilización popular empuje a este grupo de militares. En este caso el desenlace depende de si se trata de un número importante de éstos y de si la presión de los ciudadanos es insuperable. Este proceso, podría producir importante derramamiento de sangre. ¿Quiere la dictadura pagar el precio? Por ahora dijo que sí, pero a medida que se agudice la represión podría perder peso político y colapsar: Las preguntas, entonces, son: ¿hasta dónde querrán llegar el pueblo venezolano? Y ¿Tendrá una dirigencia capaz y unida para conducirlo? Los hechos lo dirán.